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5 de junio de 2016

BATA DE COLA

El Arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha vuelto a mear fuera del tiesto —compréndase el sentido de la frase hecha, que para nada quiero hacer entender que su Excelencia Reverendísima tenga problemas de puntería a la hora de miccionar—. Dejando el urológico tema de lado, el citado Arzobispo se ha despachado a gusto en una homilía en defensa de la familia.

No me asusta ni me extraña, a estas alturas de la película, que se dirija hacia determinados colectivos como “imperio gay “ o que califique de insidiosa la ideología de género, allá cada uno con lo que piense. El problema radica en que generaliza y acusa a algunos colectivos por igual de ser un peligro para la familia y además dando la sensación de hacerlo con bastante desprecio. Me imagino que habrá mecánicos, ingenieros, mamporreros, sexadores de pollos o bordadores de mantos peligrosos para la familia, con independencia de sus tendencias sexuales. Quizá lo que quiera decir su Excelencia, es que en estos tiempos que corren, los nuevos modelos de familia no coinciden con la forma de familia que a  él gusta y defiende.

Tras el revuelo montado por su homilía, el prelado lo ha arreglado perdonando a aquellos que han le han criticado y diciendo que la censura —aquí confunde censura con crítica— le recuerda a los tiempos de Franco. Comprendo que con la edad, la memoria comienza a jugarnos malas pasadas —lo digo por experiencia propia— y quizá habría que recordarle que en aquellos oscuros tiempos poner en cuestión cualquier asunto de la Iglesia se pagaba con altísimo precio. No pocos, pagaron incluso con la propia vida.

Dicho esto, no seré yo quien ponga en entredicho la forma que el Pastor tiene de llevar por el buen camino al cada vez más descarriado rebaño. En mi modesta opinión, creo que ,como estrategia empresarial, su Excelencia Reverendísima se equivoca. Todavía son numerosas las ovejas que tienen que rendir cuentas con el ministro Montoro y a la hora de marcar con una cruz —paradojas del destino— a dónde quiere  que se destinen sus impuestos, quizá  se acuerden del sobrino homosexual o de la pareja de chicas del quinto que le cuidan al hijo cuando surge un imprevisto. Tampoco piense el avispado lector que quiero insinuar que la Iglesia piensa más en llenar los cepillos que en salvar las almas. Pero, no es menos cierto, que la eternidad y el paraíso es para la próxima vida y más de uno —equivocado, por supuesto— preferirá disfrutar en ésta. Por aquello de más vale pájaro en mano…

No me parece justo que una homilía generalice y culpe  alegremente a esos colectivos de los males de la familia. Sería como decir que todo hombre que no se vista con pantalones y que ose exhibirse con faldas y bata de cola lleva al Maligno dentro y, en consecuencia, debe ser condenado a las calderas del infierno ¿verdad Excelencia Reverendísima?


Sit tibi terra levis.

4 comentarios:

  1. Vaya cruz que tenemos con estos tipos, vaya cruz la que tienen los cristianos. Vaya penitencia, valle de lágrimas, calle de la amargura. No hay gente menos creyente que esta gente. Si al menos supieran cantar, con esa bata de cola que llevan. Y encima diciendo toda esa sarta de improperios ausentes de toda caridad cristiana, a costa de los contribuyentes, machotes como a ellos les gustan y gays, pederastas de uniforme

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    1. No hay nada más que añadir a tus palabras. Más claro imposible. Gracias Manuel.

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  2. Por eso necesitan áticos tan grandes, no les cabe la cola ( ni el ego). Bromas aparte, ya va siendo hora de que prediquen con el ejemplo y algo más. Buena.

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    1. Pues sí. No estaría de más algún gesto. Gracias por participar.

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