¿Para qué sirven los mítines de los partidos políticos en las campañas electorales? ¿Y los folletos que reparten con la cara del candidato?
Lo normal es que a los mítines asistan los que están convencidos de a quién darán su voto. Supongo que el mitin estará más enfocado a que el candidato en cuestión se dé un baño de masas, su ego suba hasta el mismísimo Olimpo, y que al mirarse al espejo se diga “soy el puto amo”. No es raro ver en un mitin la grada repleta, si acaso algún asiento vacío apenas perceptible ante el colorido que ofrecen banderas y camisetas. Se pueden leer algunas pancartas y en una zona más alta se elevan algunos globos. A ratos, la gente permanece en un silencio relativo, en otros momentos los aplausos y gritos inundan todo el recinto. Hay momentos de emoción, tanto que alguno deja escapar una lagrimilla. Otros asistentes están deseando que todo acabe —sobre todo los de la primera fila—, no porque se aburran, más bien porque albergan la esperanza de poder tocar a alguno de sus ídolos, quién sabe si incluso puedan hacerse una foto junto a ellos que acabe colocada en un lugar de privilegio en el salón de casa. Cuando todo acaba, se montan en el autobús para volver a sus pueblos. En el camino intercambian opiniones, cosas que mejorar, analizan y descuartizan a los rivales: hay que ganar como sea. Suelen ser poco objetivos, y los más hooligans —la inmensa mayoría— no ven los errores propios, los niegan como si nunca se hubieran producido o como si fueran una elaborada mentira creada por los rivales para poder derrotarlos.
Alguna vez lo he dicho, la edad me templa los humores y lejos de acabar echando espumarajos por la boca, el periodo de campaña electoral me suele provocar muchos momentos divertidos. Los mítines son una fuente inagotable de risas y buenos ratos. Ver a esos candidatos vociferando a los cuatro vientos sus medidas anticorrupción, no tiene precio. Mientras, detrás del sujeto, los cachorros del partido estratégicamente sentados aplauden a rabiar como si hubieran visto una jugada imposible de Cristiano Ronaldo o Messi. Otro momento divertido es cuando algún imputado o simpatizante bajo sospecha acude a estos eventos y hay una cámara. Se produce entonces el efecto “pedo” a su alrededor : nadie quiere aparecer en una foto en un claro “por si las moscas”.
Y qué decir de los folletos donde se supone que los partidos nos informan del programa político. Si dejamos de lado la forma tan estúpida en la que nos plantean algunas cosas — una evidencia de que nos consideran imbéciles—, esos folletos nos hacen sonreír e incluso nos invitan al chascarrillo. En estos días he podido leer en alguno: “acabaremos con las puertas giratorias”, lo cual más bien me parecía una estrategia ideada por IKEA. En otro aparecía: “economía social”, faltaba después poner “meta usted ahí lo que le apetezca”. Y uno espectacular que pone la palabra “Cultura”, y claro, nombrar tan respetada palabra y venirme a la mente don Mariano, me produce mucha risa.
Menos mal que ya sólo queda una semana de diversión.
Sit tibi terra levis
Me habría gustado que su redacción semanal cambiara el tercio y que, en vez de hablar de lo de todo el mundo, hubiera escrito sobre algún tema distinto.
ResponderEliminarLástima. Ha sido un desaprovechamiento de tiempo de escritura y de lectura.
Estimado Anónimo:
EliminarSiento su desaprovechamiento. No siempre se puede contentar a todos.
Saludos y gracias por su participación.