Suena el despertador. No tiene un sonido estridente ni desagradable suena, como todos los días, la hermosa canción “Taugher than the rest”. Los dígitos que indican la temprana hora parpadean incesantemente. Por algún resquicio de la ventana, aún, se cuela la oscuridad exterior. Me pongo manos a la obra e intento abrir ambos ojos. Fracaso en el primer intento. La mente comienza a jugar malas pasadas, mezclando realidad y ficción en un superficial estado onírico. Hago un nuevo esfuerzo para separarme definitivamente de los brazos de Morfeo. Retirar la manta ha sido la maniobra que me ha puesto en alerta finalmente. Me dispongo a anular la alarma que sonaría en breves instantes en caso de caer derrotado por el sueño. Una vez más leo el mensaje que dicha alarma muestra al activarse; Hoy puede ser un gran día. Sonrío y mi mente intenta convencerme que puede ser verdad.
Lamentablemente, las primeras horas del día hacen muy complicado esperanzarse con este país. Los parias de esta tierra nos hemos esforzado en permitir que el estercolero se muestre abundante en inmundicia, cochambre y mierda de lo más dispar. Estarán de acuerdo, lo fácil que resulta mostrar cada vez más desapego por esta cleptocracia. Pero lo que más duele es mirar alrededor y es entonces cuando uno se viene abajo. Observar nuestro entorno permite conocer que la solución ni está ni se la espera. Triste, lo admito, pero no hay más cera de la que arde.
Ojalá pudieran convencerme de lo contrario. Explíquenme que futuro le espera a un país donde jueces o inspectores de hacienda son fusilados profesionalmente por tocar a la casta política tradicional. Un país donde nosotros, los parias, no tenemos reparos en ir a aplaudir a un jugador de fútbol mientras acude a declarar por defraudar la hacienda pública -es decir a todos nosotros-, o cerrar con otro aplauso la despedida de Del Nido de su club tras ser condenado a varios años de jaula. Supongo que nadie se echaría las manos a la cabeza si estas situaciones fueran catalogadas como apología de la corrupción y el mangueo, pero somos tan hipócritas que sólo consideramos condenar la apología para los terroristas -llegados a este punto, no sería raro que salga un gilipollas y me acuse de defender a algún hijo de la gran puta-.
Sigamos. Un país donde algunos no tienen reparos en ir a gritarle a una juez a las puerta de su casa por mirar las presuntas irregularidades de un sindicato tradicional, en vez de pedir explicaciones a los presuntos mangantes. Un país donde la educación y la cultura les importa un auténtico carajo a la casta política tradicional, sabedora que una sociedad inteligente, formada e informada es el camino más directo para conseguir unos ciudadanos difíciles de engañar.
Pero todo hay que decirlo, a la hora de dirigirnos, son unos fuera de serie. Miremos nuestro pueblo. No hay dinero, solución; subida de impuestos. No se paga algún dinero que se debe a los trabajadores, siempre queda un... “con la que está cayendo”. Ahora bien, cobrar por plenos extraordinarios que se han suspendido puede soportarlo cualquier administración pública. Unos lumbreras. Es o no es para pensar que hoy puede ser un gran día. Esperemos mejores ánimos para la próxima semana.
Sit tibi terra levis.
Hoy te has superado, y mira que era difícil...
ResponderEliminarCuando digo te has superado quiero decir que está muy bien que te llames paria de la tierra... Por favor, sé consciente de que no lo eres y no subestimes el dolor y la pobreza de los verdaderos parias.
ResponderEliminarEstimado Anónimo:
EliminarEvidentemente no soy un paria -en el sentido estricto de la palabra-, ni trato de aparentarlo. Simplemente se trata de un recurso metafórico y un ejercicio de empatía. En cuanto al dolor -esos variados y diferentes tipos de dolor- estoy más que acostumbrado a convivir con ellos. Lejos de subestimarlo, intento minimizarlo, unas veces con mayor acierto que otras.
En definitiva, es una forma más de clasificarnos, los de arriba y los de abajo, los dirigentes y los dirigidos, la casta política y los parias.
Gracias por su participación.
Enhorabuena Marcos, se puede decir mas alto pero no mas claro. Al pan pan y al vino vino.
ResponderEliminarEstimado Anónimo:
EliminarGracias. Simplemente se trata de dar opiniones. Unas gustan más y otras menos.
Gracias por participar en los comentarios.