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15 de diciembre de 2013

LOS SIETE PECADOS CAPITALES


Te levantas una fría mañana y te das de bruces con la cruda realidad. Una vez más llega la navidad. Paseas por las calles y los variados comercios aparecen acicalados con todo tipo de motivos navideños. Cierto es que algunos lo hacen con mayor tino que otros. De todas formas, el objetivo es el mismo, intentar engatusar al consumidor para que se gaste los cuartos en los productos ofrecidos. Pero lo verdaderamente importante de estas fechas consiste en la exaltación del espíritu navideño. Es decir, cada uno de nosotros mostraremos nuestro lado más hipócrita para conseguir tapar nuestros terrenales pecados. A pesar del citado esfuerzo, no podemos evitar que en estas fechas tan señaladas nos abracemos a las tentaciones del maligno y salga a relucir nuestras tendencias al pecado, a los siete pecados capitales.

La gula y la lujuria. Podemos decir que con estos dos pecados se da el pistoletazo de salida de la navidad. En estos días se realizan numerosas comidas, las denominadas comidas de empresa. Mentira podrida. Esas comidas no son más que una fuente inagotable de pecados y pecadores. Suele comenzar con una más que copiosa ingesta. El marisco, el jamón y los vinos corren en abundancia por las mesas y los pecadores, lejos del recato y la moderación, continuamos engullendo sin miramiento. No es excepcional el caso en que algunas pecaminosas almas pasan por un periodo emético que facilita la  continuidad de la gula. Además, es en este lecho de tentación donde se da con facilidad otra pecaminosa situación; la lujuria. Los participantes suelen dejarse llevar con cierta facilidad por las tentaciones de la carne. No es raro el caso en que algunos miembros de estos eventos aparecen juntos y revueltos llevados por alteraciones hormonales y la laxitud que provoca el etanol. O la clásica y patética figura del pesado que no para de dar la lata a las chicas y que tanto recuerda a los playboys de las películas de Pajares y Esteso.

Después suelen aparecer la envidia y la avaricia. En este aspecto tiene mucho que ver la lotería. Por un lado pueden aparecer los que están deseosos de manejar más viruta, es decir, los avaros. Por otro lado están los envidiosos -creo que este grupo es el más numeroso-. Estos compran la lotería, no por pensar que la suerte les puede sonreír, más bien lo hacen por temor a que les toque a los demás. Llegados a este punto, podemos incluir la pereza. Todos pensamos en la lotería para dejar de trabajar y pegarnos la vida padre. 

En estas fechas tan señaladas también tiene espacio la ira. Quizá no lo crean, pero es así. Nos damos una vuelta por el centro comercial plaza de toros y podemos asistir casi con toda seguridad a un espectáculo de mamporros. Claro está que este pecado tiene predominio durante todo el año. Pero podemos decir que en estas fechas el personal está más sensible y un roce por aquí, una mirada por allá y quien es el guapo que se resiste a partirle la cara a su semejante. Otra ocasión inmejorable para la ira es la cena de nochebuena en que algunas familias aprovechan para darse estopa verbal e incluso física. Ahí es nada.

Finalmente, tenemos la soberbia. El pecado del que emanan los demás. Por tanto si somos unos pecadores, es por sentirnos mejores que los demás. Esto es espíritu navideño. Es o no es.


Sit tibi terra levis.

2 comentarios:

  1. Hola, soy nueva en esto de leer tus escritos. Me lo habían comentado y la verdad es que son muy ocurrentes y divertidos. Cuando hablas de temas políticos, la verdad es que hablas muy claro, cosa que se agradece.
    Animo y felicidades

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    Respuestas
    1. Estimada Anónima:
      Me alegro que te gusten. En cuanto al tema político, son opiniones que piensan muchas personas.
      Gracias por participar.

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