La navidad se nos cuela un año más. A partir de estos días comienzan las tradicionales comidas de empresa. En alguna ocasión he hecho referencia a situaciones que se desarrollan en dichos acontecimientos. Este año, debido a la estafa generalizada que estamos sufriendo, me imagino que los ágapes, entremeses y juergas serán menos. Además, la escasez de recursos obligará a más de uno a organizarla en el Burger King. Ya saben, eso de un doble “guoper”con doble de “chiss”y patatas extra grande al precio de cuatro euros y medio.
Por otro lado, este año parece que sus majestades los Reyes Magos de Oriente y su competencia, Santa Claus, tendrán menos trabajo del habitual. La subida de impuestos, la retirada de pagas extras y un lamentable etcétera han conseguido que las cartas a estos personajes se pueda escribir en un octavo de folio. Pero lo dramático vendrá en la pérdida de confianza que obtendrán estos nobles personajes por parte de los tiernos infantes.
Todo el asunto debería llevar a las autoridades sanitarias a tomar medidas excepcionales para tratar las depresiones causadas. Les explico. Nuestra actual sociedad ha decidido meter en burbujas a sus componentes, es decir, se intenta ocultar cualquier estímulo que pueda producir el más mínimo atisbo de contrariedad y si se produce, no importa, tranxilium a espuertas. En este estado de cosas, vemos como nuestros niños no son una excepción. Se cambia el argumento de los cuentos tradicionales para que el lobo no se coma a la abuelita, así evitamos supuestos traumas en nuestro vástagos. Los niños ya no deben de disfrazarse de indios con hachas o vaqueros portando un revolver. Y para poner la guinda, la muerte ni nombrarla que morirse no está de moda.
Pues, permítanme. Me niego. Cada uno que se lo monte como pueda o como le dejen. Pero yo, a mis hijos les narro los cuentos con lobos que se comen a las abuelitas. Me fascina cuando los llevo al colegio y por el camino me hacen repetirle las aventuras de Mediohombre, un tipo al cual le faltaba un brazo, una pierna y un ojo. Porque la guerra tiene eso, cuando no te matan, una bola de cañón te arranca de cuajo la pierna. Pero, me miran fascinados cuando al final de la historia, este héroe -real como la vida misma- le da por el ojete, con sus seis barcos, a la mayor flota de navíos imaginable. Cuando me preguntan por mis abuelos les digo que se murieron y el pequeño me contesta que Pipo, su pequeño pez naranja, también murió -posiblemente de alguna indigestión de bizcocho de chocolate-. Quizá, sea una inversión de futuro, no me gustaría estar en el pellejo de tantos enfermos, cuyas familias les ocultan la verdad en un falso proteccionismo, cuando en realidad son los sanos los que están tapando sus propios miedos.
Acompañar a varios cientos de personas en el trascendental momento de la muerte, te suele dar una visión distinta de las cosas. Nadie, absolutamente nadie, en tan importante ocasión habla de dinero, ni poder, ni todas esas gilipolleces. Buscan aspectos de sus vidas más importantes y sencillos, sin dejar cosas pendientes, cerrando el círculo de sus vidas. Lejos del pensamiento de muchas personas, pensar en la muerte y asumirla, te da una fuerza inigualable e inagotable. Si algo he aprendido y asimilado, es que cuando dejas de temer a la muerte, la libertad se apodera de tu persona. Nada en el mundo llena más que la libertad. Les invito a probarlo.
Sit tibi terra levis.
ESTIMADO MARCOS:agradezco tu invitación de antemano,pero creo,que seguiré siendo una persona muy cobarde ante la muerte,hay que tenerlos muy bien puestos para tener el trabajo que tú tienes y llevar una vida "normal",ánimo y espero que te dure.
ResponderEliminarEstimado Anónimo:
ResponderEliminarNo se trata de ser cobarde, más bien se trata de reflexionar y aceptar algo de una certeza absoluta. Piensa una cosa, lo que más miedo suele provocar es la incertidumbre. ¿Por qué tener miedo a una certeza del cien por cien? Nuestros antiguos se lo tomaban con gran sabiduría, con la naturalidad que merecen las cosas naturales.
Gracias y hasta la próxima.
Esta semana tengo que felicitarte, me ha gustado especialmente tu artículo. Yo también estoy de acuerdo con que deberíamos enseñar a los niños a superar sus frustraciones en vez de evitarselas, todos los adultos sabemos que tarde o temprano llegarán. Me ha gustado que cambies la crisis, la politica (y la perfumeria) por mencionar a los que ya se marcharon, ellos se lo merecen más. Un saludo D. Marcos.
ResponderEliminarEstimadísima Casi Anónima:
ResponderEliminarLa verdad es que cada vez me da más hastío escribir del estercolero. Los que me conocen, saben que me manejo mejor en estos temas.
Por otro lado, tengo que decirte, que no creo que tarde mucho en nombrar "la perfumería". Ja,ja,ja.
Saludos y como siempre, muchas gracias por participar.