ADIOS ESTADO, ADIOS

Resulta tremendamente llamativo como en nombre de la crisis se puede tener manga ancha para todo. Los ciudadanos de este tinglado -algunos insisten en llamarlo país- asistimos cariacontecidos al desmantelamiento del Estado. ¿Suena fuerte? No, fuerte no, fortísimo. La realidad me lleva a pensar mal, a ser consciente que existen una élite muy interesada en poner el cartel de liquidación total, o mejor dicho, cerrado por defunción.

No he llegado a esta conclusión por casualidad o capricho. Más bien, me atrevería a decir, que esta sospecha me ronda la cabeza desde hace ya bastante tiempo. Parece que la clase política, la elitista clase política tradicional, va a poner toda la carne en el asador. Nosotros, los ciudadanos, no queremos terminar de creernos lo que está pasando. Cuando seamos conscientes, posiblemente sea tarde, tristemente tarde.El Estado se debe caracterizar por tener contenido. Es decir, disponer de herramientas al servicio del ciudadano. Estos servicios, a fecha de hoy, discurren por una delgada linea que los separa de la disolución definitiva. Lógicamente, esta situación no es casual o producida por un cúmulo de caprichos del destino.

Durante esta semana pasada hemos visto un despliegue de ataques muy significativos. Se ha abierto un frente de extraordinaria magnitud. Se ha torpedeado la linea de flotación de los ciudadanos de a pie. Sanidad y educación, los pilares sobre la que se asienta la esperanza de muchos humildes. Una vez que los parias no puedan acceder a la educación y tampoco a la universalidad de la sanidad, el control será total. A todo este estercolero, le añadimos, la rapidez con la que se quieren cambiar leyes para meter en la jaula a todo cabreado que saque mínimamente los pies del tiesto. Ahora alguno me podría decir que ese cambio es para los violentos, maleantes y doscientas mil imbecilidades más. Díganme, quien participaría en cualquier acto de protesta, para que algún cafre queme un contenedor y tú por estar al lado pagues el pastel.

Mientras, curiosamente, la viruta se mantiene prácticamente intacta para monarquía, ejército e iglesia. Por un lado, el Froilán pegándose tiros en los pies, el Juan Carlos pegándoselos a los elefantes y ambos con la suerte de recibir asistencia sanitaria antes de que se imponga el copago -se han librado las criaturitas de pagar un pico en recetas de nolotiles-. Por otro lado la multinacional de la fe, con su obispo repartiendo leña a los homosexuales -un gesto de lo más cristiano-. A éstos, de recortes nada de nada, para eso cuidan el rebaño. Aquí, como no puede ser de otra forma, también alguien defenderá como la iglesia realiza tareas de caridad y toda la misericordia que ello conlleva. Acaso pensarán que la sanidad universal que tenemos no hace actos de caridad, que lo mismo atiende al yonqui seropositivo de la esquina como al banquero cocainómano de la otra esquina. En cuanto al ejército, bastante tienen con lo que les llueve; ahora van a las guerras de verdad -aunque los ministros las llamen misiones de paz- y los matan de verdad. Por cierto, tengo una idea, como todavía deben el dinero de los eurofighter -esos avioncitos tan chulos que surcan los cielos de Morón- podían dejar que se los queden el banco. Así, a lo mejor, algún noble ciudadano lo pillaría a precio de ganga en alguna subasta para ponerlo en la rotonda de su pueblo. Allí una placa diría“A la memoria de los que una vez tuvieron un Estado. Adiós Estado, adiós”.

Sit tibi terra levis.