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23 de abril de 2012

IMBECILES Y CAFE


Lo primero, dar las gracias al secretario de estado de administraciones públicas, el Antonio Beteta. Le doy las gracias por facilitarme la columna de esta semana, con personajes así resulta de lo más fácil. El criaturo declaró en referencia a los empleados públicos, que los trabajadores “deben olvidarse del café y el periódico”.

Doy por hecho que la declaración se refería al café y a los periódicos en horario laboral. Soy muy torpe y me lo tienen que dar todo mascadito. Desde mi humilde opinión, le propongo el desarrollo de una ley la cual, elimine los establecimientos hosteleros en los alrededores de edificios de la administración pública. Alguien puede caer en la tentación de liquidar sólo el café. Craso error, el trabajador puede sucumbir a los encantos de la infusión de manzanilla e incluso de la caña de cerveza. Muerto el perro se acabó la rabia. En cuanto a los periódicos, parece más sencillo; eliminando “el marca” se quita de un plumazo el problema. El resto de periódicos no deportivos carecen de interés para el vulgar trabajador.

Por otro lado, indagando en la persona del Beteta, deduzco, que ha debido ser un abusador del café y los periódicos. Me explico; el cenutrio, lleva desde 1983 desempeñando cargos públicos, es decir casi toda su vida laboral. Viendo como está el patio, con gentes como él, que ni desde el gobierno ni desde la oposición han sabido reconducir este puñetero país, me imagino que durante todo este periodo habrá dedicado enormes cantidades de tiempo a la lectura periodística y disfrute del café. Además, supongo que el Beteta, dedicará grandes esfuerzos a controlar a diputados, senadores, enchufados de diputaciones, cargos intermedios, majestades, consejeros y un largo etcétera de zampabollos que rumian en nuestro florido pastizal de la administración pública. Así, por ejemplo, imagino que no tendrá problemas en quitar parte del sueldo a los consejeros de TVE que se ausentaron de la reunión para examinar la diarrea mental del arzobispo de Alcalá -estarían tomando café -. O retirará la guita de la cartera a los diputados que faltaban en el congreso hace unos días mientras debatían la amnistía fiscal -estarían tomando café-. También le ahorro trabajo, en Morón cuando entró Morilla decía que no había ni para café, pues bien, aquí no hay que controlar el tema, parece ser que no ha quedado ni la maquina.

Vale, claro que existen trabajadores de la administración que intentan no dar un palo al agua, como en todos los gremios. Pero demonizar, todo un conjunto de personas que día a día realizan sus tareas de forma más que digna, es típico de miserables, abyectos, lerdos, zoquetes y mierdecillas varios. Invitaría al Beteta, a ver como algunos realizamos nuestra jornada laboral, cumpliendo escrupulosamente los horarios -a veces con propina- . Como consumimos un considerable número de horas en formación continuada, por supuesto en horario fuera de trabajo y en muchas ocasiones a costa de nuestros bolsillos. Como dedicamos tiempo, nuestro tiempo, a preparar trabajos de investigación, sesiones clínicas, ponencias y comisiones. Todo sin remuneración económica, todo por algo más sencillo, porque nos encanta y disfrutamos con nuestro trabajo. Por tanto, cuando el Beteta -por cierto, su apellido incita a cierta guasa- haga declaraciones insultando a todo un colectivo, decirle, que sus insultos puede afectar también a los mercados, a sus queridos, amados y adorados mercados. Atacar el café supone desplomar las acciones de saimaza y de camino enemistarnos con Colombia. No es bueno mezclar la imbecilidad con el café, mejor solo o con leche.

Sit tibi terra levis.

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