Lo
primero, dar las gracias al secretario de estado de administraciones
públicas, el Antonio Beteta. Le doy las gracias por facilitarme la
columna de esta semana, con personajes así resulta de lo más fácil.
El criaturo declaró en referencia a los empleados públicos, que los
trabajadores “deben olvidarse del café y el periódico”.
Doy
por hecho que la declaración se refería al café y a los periódicos
en horario laboral. Soy muy torpe y me lo tienen que dar todo
mascadito. Desde mi humilde opinión, le propongo el desarrollo de
una ley la cual, elimine los establecimientos hosteleros en los
alrededores de edificios de la administración pública. Alguien
puede caer en la tentación de liquidar sólo el café. Craso error,
el trabajador puede sucumbir a los encantos de la infusión de
manzanilla e incluso de la caña de cerveza. Muerto el perro se acabó
la rabia. En cuanto a los periódicos, parece más sencillo;
eliminando “el marca” se quita de un plumazo el problema. El
resto de periódicos no deportivos carecen de interés para el vulgar
trabajador.
Por
otro lado, indagando en la persona del Beteta, deduzco, que ha debido
ser un abusador del café y los periódicos. Me explico; el cenutrio,
lleva desde 1983 desempeñando cargos públicos, es decir casi toda
su vida laboral. Viendo como está el patio, con gentes como él, que
ni desde el gobierno ni desde la oposición han sabido reconducir
este puñetero país, me imagino que durante todo este periodo habrá
dedicado enormes cantidades de tiempo a la lectura periodística y
disfrute del café. Además, supongo que el Beteta, dedicará grandes
esfuerzos a controlar a diputados, senadores, enchufados de
diputaciones, cargos intermedios, majestades, consejeros y un largo
etcétera de zampabollos que rumian en nuestro florido pastizal de la
administración pública. Así, por ejemplo, imagino que no tendrá
problemas en quitar parte del sueldo a los consejeros de TVE que se
ausentaron de la reunión para examinar la diarrea mental del
arzobispo de Alcalá -estarían tomando café -. O retirará la guita
de la cartera a los diputados que faltaban en el congreso hace unos
días mientras debatían la amnistía fiscal -estarían tomando
café-. También le ahorro trabajo, en Morón cuando entró Morilla
decía que no había ni para café, pues bien, aquí no hay que
controlar el tema, parece ser que no ha quedado ni la maquina.
Vale,
claro que existen trabajadores de la administración que intentan no
dar un palo al agua, como en todos los gremios. Pero demonizar, todo
un conjunto de personas que día a día realizan sus tareas de forma
más que digna, es típico de miserables, abyectos, lerdos, zoquetes
y mierdecillas varios. Invitaría al Beteta, a ver como algunos
realizamos nuestra jornada laboral, cumpliendo escrupulosamente los
horarios -a veces con propina- . Como consumimos un considerable
número de horas en formación continuada, por supuesto en horario
fuera de trabajo y en muchas ocasiones a costa de nuestros
bolsillos. Como dedicamos tiempo, nuestro tiempo, a preparar trabajos
de investigación, sesiones clínicas, ponencias y comisiones. Todo
sin remuneración económica, todo por algo más sencillo, porque nos
encanta y disfrutamos con nuestro trabajo. Por tanto, cuando el
Beteta -por cierto, su apellido incita a cierta guasa- haga
declaraciones insultando a todo un colectivo, decirle, que sus
insultos puede afectar también a los mercados, a sus queridos,
amados y adorados mercados. Atacar el café supone desplomar las
acciones de saimaza y de camino enemistarnos con Colombia. No es
bueno mezclar la imbecilidad con el café, mejor solo o con leche.
Sit tibi terra levis.
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