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9 de abril de 2012

AGUANTEMOS DIEZ AÑOS



La semana pasada ha sido de lo más productivo para el aumento generalizado del cabreo ciudadano. Existen momentos en los que uno piensa que se ha tocado fondo, pues no. Estos dirigentes se lo curran, tienen una habilidad especial, son los brujos, el gurú de nuestra sociedad. En una nueva vuelta de tuerca, han conseguido lo imposible. Más de una noble madre -las madres siempre sufren los desmanes de los hijos sin tener culpa de nada- ha sido renombrada constantemente en bares, gimnasios, tertulias y charlas variadas.

En el exiguo margen de una semana, hemos asistido como nuestros queridos, amados y admirados dirigentes planean y ejecutan el sangrado generalizado de las paupérrimas arcas de los parias de este país. A nivel local, tenemos que endiñar más viruta por la basura, el coche, la casa y otras cosas más. Todo para remediar el pago a los proveedores de nuestra magnánima casa. Es decir, las farolitas a precio de oro, lo pagamos entre todos, aquí paz y después gloria. El despilfarro producido por la ineptitud tiene premio, el ciudadano paga. Algunos se estarán rilando por el suelo de la risa, ver lo bien que ha salido la jugada debe ser lo más, seguro.

El tema crea bastante mosqueo, vale. Sosiéguense, aquí no acaba la cosa. Debido a que el sufrido proveedor pueda tener alguna deuda con nuestras martirizadas oficinas bancarias, se da una solución digna de iluminados. El dinero que todos pagamos, se queda nuevamente en el banco. Una vez más, la banca gana. Oe, oe, oe... Si, estoy de acuerdo, el tema está bien currao. El banco lo presta, nosotros lo pagamos y se lo vuelve a quedar. ¡Malditos roedores, no se me hubiera ocurrido a mí semejante negocio!

La guinda al pastel llega con los presupuestos generales. Dejando de lado los recortes en educación, sanidad, investigación y todo aquello que reporte algo beneficioso para los parias, tenemos a su majestad, el rey, con un recorte del dos por ciento. Mientras a los trabajadores del ayuntamiento le cascan el ocho por ciento. Eso es igualdad y lo demás son tonterías. Pero, no se vayan todavía, aún hay más. El orgasmo politiquil, el nirvana de la gestión llega con la madre de todas las medidas; la amnistía fiscal. Tengo que reconocerlo, es el planteamiento que más me seduce. Eso de hacerse el tonto con las grandes fortunas amasadas mediante el engaño -este término es lo más suave que se despacha-, me parece de película de Almodovar. ¡Coño! Mariano, hubiera sido mejor darle la amnistía fiscal a los proveedores. Así yo no tengo que pagar por la basura como si mis residuos fueran uranio enriquecido.

Viendo como se hacen las cosas en este puñetero país, no puede uno extrañarse de lo que ocurre. Escándalos con los eres, aeropuertos sin aviones, helipuertos sin helicópteros. En definitiva, aquí estamos los ciudadanos para que nos aprieten todo lo que quieran hasta sacarnos el último céntimo. Deberían facilitar el acceso a la corrupción a todos los ciudadanos, así todos estaríamos más contentos. Mientras eso ocurre, aguantemos diez años, se supone que pasado ese tiempo de nuevo bajarán la basura, el ibi, etecé. ¿O no?

Sit tibi terra levis.

4 comentarios:

  1. Es muy complicado cambiar de nacionalidad???Es que me lo empiezo a plantear...Noruega sería un buen país,por lo menos podría ir a relajarme a las montañas,que eso es gratis.

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  2. Je,je,je. Muy agudo tu comentario. Si hay hueco quizá empiece a planteármelo también. Alguna isla del pacífico tampoco estaría mal.

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  3. Eso si que son paraísos y no los fiscales. Y a ver si mi pequeño paraíso fiscal en forma de cerdito me da para ir al menos a Toledo, porque a Noruega no creo que llegue, y de paso contribuyo a mejorar la maltrecha economía española comprando una espada toledana,porque si todo va mal,imagínate como irán las fábricas de espadas.....Un saludo Sr. Martínez.

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  4. No es una mala idea lo de hacerse con una buena espada. Así, podría emular al alférez Campuzano: "Espada tengo. Lo demás, dios lo remedie". Cuanta sabiduría encierra Cervantes.

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