ALGUIEN SE TIENE QUE IR

Durante la semana pasada, hemos asistido en nuestro querido Morón a una encarnizada batalla de algunos grupos políticos. Por un lado el pepé denunciando falsos eres de una componente del pesoé local. Por otro lado, el pesoé tachando de mentiras y malas artes, hasta ahora nunca vistas en política, por parte de las filas del pepé. Entre unos y otros, se han cruzado los correspondientes comunicados. El pepé ha pedido la dimisión de la concejala en cuestión. Mientras, por parte del pesoé, anuncian acudir a la justicia para restituir el buen nombre de su concejala y de camino dar un escarmiento a una forma de hacer política que sobrepasa todos los límites.

Personalmente, me parto y me mondo con los dos. Son de lo más divertido. Me juego el pescuezo, parte del hígado y si me apuran, el lugar reservado para almacenar mis gametos, que pasado unos días dirán pelillos a la mar. Ni por un lado ni por el otro ocurrirá nada, como si el acontecimiento no hubiera sucedido. Son especialistas en tener memoria de pez, se les olvidan fácilmente cualquier cosa que pasado un tiempo carece de rédito electoral.

Después del cruce de acusaciones al que se han sometido las dos formaciones más votadas en nuestra localidad, no debiera quedar lugar para un alto el fuego. Uno u otro debe pagar políticamente lo sucedido. Si las acusaciones son ciertas, la dimisión debe ser inminente, sin medias tintas y acatando la situación. De la misma forma, en el caso que la acusación sea falsa o tan solo una enrevesada interpretación de un documento, no queda tampoco vuelta atrás; la dimisión también debe ser inmediata y asumiendo la responsabilidad de una falsa acusación tan grave.

Los ciudadanos , en general, nos la cogemos con papel de fumar. Nos requieren, echamos el voto, ponemos el culo y simplemente rezamos para que no nos duela mucho. No obstante, hay situaciones que claman al cielo. Supongo que nuestros representantes locales habrán pensado concienzudamente este frente de batalla abierto, es una apuesta a todo o nada. Si no hay denuncia alguien va a quedar mal, pero que muy mal. Cada uno saque sus conclusiones.

Desgraciadamente, esto no va a ocurrir. La salud de este tinglado, mal llamada democracia, parece no tener remedio. Todo este burdel en el cual hemos convertido la política, pagará sus consecuencias. El personal cada vez se encuentra más cansado de vividores deseosos de poder. Cansados de oír, cuando alguien sube el tono, lo importante que es el lenguaje políticamente correcto. Pero, muchos ciudadanos nos preguntamos; para cuando unos políticos honestamente correctos. Mirando el cotarro, parece que antes estaré criando malvas que viendo políticos sinceros y presentando dimisiones en cuanto metan la pata. El calor proporcionado por los sillones de la política parece no tener parangón.

Lo peor del asunto; esto no es una excepción, es la regla. Esto sucede en Morón y sucede en cualquier parte de este país. Lo mismo da que sea Sevilla, Valencia o Ecija -donde me consta tengo un habitual lector llamado Rafa-. Lo tengo claro, clarísimo, después de este asunto. Me da igual del partido que sea, pero por un mínimo de honor y dignidad; alguien se tiene que ir.

Sit tibi terra levis.