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27 de mayo de 2018

CUESTIÓN DE AMOR


        Nuestra querida España se ha detenido en estos días. Ni la sentencia de la Gurtel, ni Cataluña, ni la final de la Champion, ni los judíos dándole matarile a los palestinos, lo que nos tiene absorto es un tema inmobiliario: el chalé de Irene Montero y Pablo Iglesias. No ha habido medio de comunicación y corrillo de taberna que no le esté dedicando grandes momentos al asunto, ya sea para defender o atacar a la pareja.
Imagino que los citados enamorados harían la compra de la vivienda con la ilusión que suele acompañar a estos menesteres. No todos los días se hace uno con el hogar en el que compartirá la vida con la persona de nuestros sueños y con futuros vástagos correteando de un lado para otro llenando de alegría el lar. Pero qué poco dura la alegría en la casa del pobre -llegados a este punto entienda el sufrido lector que es una frase hecha sin ningún ánimo o intención guasona-, a la pareja, la compra del inmueble le está dando más de un quebradero de cabeza, tanto es así que hasta van a consultar a la bases del partido si han hecho bien comprando la choza.
Así, en las múltiples tertulias en las que han tratado el asunto, hay quien ha defendido que con su dinero que cada uno haga lo que le plazca, otros dicen que traicionan sus ideales y los hay que unas veces dicen una cosa para instantes después decir lo contrario. Sea cual sea la opinión que tengamos del espinoso asunto, lo cierto es que a mí me ha hecho reflexionar:  Como en la vida misma, todo depende del cristal con que se mire; para el que viva debajo de un puente es un lujo, mientras que para Amancio Ortega lo que cuesta la casa es chatarra.
El tema ideológico también tiene sus ramillete de matices y creo que las dudas surgen por no hacer las cosas bien desde el principio. Me explico. Sería conveniente que en nuestro país se publicara un extenso catálogo de bienes y artículos para el consumo que  pueden considerarse apropiados para el rojo, bolivariano, comunista o socialista -este último hace referencia al militante de antaño, no al acomodado de la actualidad-. Por poner un ejemplo: el simpatizante de izquierdas no comprará casa por precio mayor a los cien mil euros, el coche será preferentemente de segunda mano y en vacaciones nada de hoteles de más de tres estrellas -insisto, que esto es un poné-. Ahora, que también podemos caer en la tentación de buscar las contradicciones  del facha, simpatizante de derechas en general, o militantes del Pepé y Ciudadanos en particular. Pero el seguidor neoliberal lo tiene más claro y defiende que todo vale por tener más dinero en los bolsillo. Tanto es así que han impuesto un nuevo orden en nuestra amada patria: El capital-socialismo, donde unos cuantos se quedan los beneficios y reparten entre todos las pérdidas –véase la banca y algunas autopistas o aeropuertos-.
Pero, para mí, lo importante de toda esta cuestión es que Pablo e Irene, Irene y Pablo, sean felices allá donde vayan, porque para un romántico como este que suscribe el amor está por encima del dinero, sobre todo si no tienes de lo segundo.
Sit tibi terra levis.

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