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28 de febrero de 2018

CONTEXTO





 
      
        A la fotografía publicada en Twitter le acompañaba un misterioso mensaje: la paciente va a morir. A las pocas horas el tuit había llegado a numerosos dispositivos desde lo cuales se reenviaba a otros. Patricia Bérchules comenzó a recibir respuestas instantes después de publicar la fotografía.
No fueron pocos los que la insultaron llamándola asesina y también recibió algún mensaje intentando convencerla para que depusiera su actitud mientras hacían cábalas sobre los posibles problemas que Patricia pudiera tener. Incluso una supuesta amiga comentó al detalle la ruptura con el novio hacía ya un año y que consideraba como causa de la “locura” de Patricia. Las llamadas al 091 se contaban por centenares y pusieron en alerta a la policía que rápidamente investigó quien era @patberchules. Un supuesto médico publicó en la red los pormenores y efectos de los medicamentos fotografiados y cómo mataría a la persona a quien se lo administrara. No menos llamativo fue un grupo de jóvenes que se declararon fans de Patricia y  la rebautizaron con el apodo poco original de “El ángel de la muerte”.
Hasta tres coches policiales llegaron a toda velocidad y con gran ruido de sirenas a las puertas del hospital donde Patricia acudía a trabajar como enfermera. En la planta de Medicina Interna se produjo un gran revuelo entre los familiares y enfermos cuando vieron cómo varios agentes rodeaban a Patricia y la invitaban a acompañarles a un lugar más discreto para hacerle algunas preguntas. La muchacha notó que le flaqueaban las piernas, le parecía que iba desmayarse y trataba de buscar una explicación a lo que le estaba ocurriendo. 
Le enseñaron el tuit y le preguntaron si era ella quien lo había enviado. Se interesaron por la paciente que iba a morir. Ella les explicó que era doña Conchita, de la habitación catorce y que padecía una enfermedad que la había llevado a sus últimos momentos. Sin rodeos le dijeron si le había administrado ya todos los medicamentos que aparecían en la fotografía, a lo que respondió que sí, que a ella y a dos más: don Braulio de la habitación dieciocho y a doña Amalia de la nueve. 
Patricia Bérchules cerró su cuenta en Twitter.  Días después de aclarar todo el malentendido continuaba recibiendo insultos y amenazas. Parecía que algunos no comprendían que los medicamentos de la fotografía administrados conjuntamente y de forma rápida tumbarían a un elefante, pero proporcionados en un lento goteo ofrecieron a doña Conchita librarse de los terribles dolores y sufrimientos que padecía, sin matarla. Patricia comprendió que las cosas sacadas de contexto pueden llevar a la confusión y a cambiar la vida. Hoy día, muchos se empeñan en explicar la historia de un país o la condición humana en ciento cuarenta caracteres, sin contexto, sin más. 
Sit tibi terra levis.

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