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8 de octubre de 2017

TIEMPO PARA EL AMOR


       La fotografía está tomada en París, en uno de los puentes que cruza el Sena, pero podría ser una instantánea tomada en cualquier parte del mundo. Los candados, que simbolizan la pérdida de la libertad, ahora son sinónimos del amor entre las personas. Reconforta ver en estos tiempos de cólera una imagen agradable, un indicio que nos haga pensar que quizá merezcamos otra oportunidad, algo a lo que agarrarnos y que no nos haga avergonzarnos del panorama que les dejamos como herencia a nuestros hijos.
La pareja de enamorados camina agarrados por la cintura y besándose cada pocos metros. La cena se ha alargado más de lo previsto y la cercanía de la medianoche hace que las calles estén casi vacías. Él lleva en su mano libre una botella de vino, champán  como no puede ser de otra forma, ella las dos copas que en algún achuchón amenazan con acabar en mil pedazos. 
Cuando llegan al puente se detienen, se colocan uno frente al otro, se besan de nuevo, esta vez es un beso largo y apasionado, de los que la gente llama de película, de los de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Cuando se separan, él saca de su bolsillo el candado que han decorado con sus nombres y un corazón. Ella le sugiere colocarlo en la baranda del final del puente que es donde quedan más huecos, pero el insiste en buscar sitio al principio, le dice que simbolizará el amor que se tienen y el camino que recorrerán juntos. 
El candado ha quedado colocado entre uno que fue puesto hace dos años por una pareja llamada Martina y Héctor, y otro de hace unos meses que pertenece a Manuel y Alfonso. La pareja se queda observando su candado unos segundos con las manos entrelazadas, hasta que deciden descorchar el champán y hacer el brindis. Unas copas después, continúan el camino hacia el final del puente donde se despiden: ¿mañana nos vemos donde siempre?  Claro, donde siempre -se dicen.
Apenas recorridos unos metros en direcciones opuestas, ella comienza a pensar qué excusa le pondrá hoy a su marido, sonríe porque sabe que el trabajo le proporciona la coartada perfecta. Mientras, él decide entrar en el Trinity Bar a tomar una última copa. A su derecha observa a la chica de hermosa sonrisa mientras piensa: a ver si puedo poner el cuarto candado del mes.

Sit tibi terra levis.

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