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29 de octubre de 2017

BOICOTS


     En estos días, con el tan traído y llevado tema independentista, el personal se está prodigando en campañas contra determinados productos catalanes. No son pocos los que ante la más mínima sospecha de que una empresa simpatiza con los  independentistas, o directamente por la sencilla razón de ser una empresa catalana, desenfundan el teclado y disparan la palabra BOICOT a quemarropa. El asunto no es nuevo, por ejemplo, hemos visto campañas contra alguna película porque una de sus actrices ha dicho algo que no le gusta a un determinado sector de la población, obviándose que tan infantil actitud también puede perjudicar a otras personas que quizá piensen como quien promueve la campaña. 

     En las últimas fechas he recibido numerosos mensajes sugiriendo que deje de consumir tal o cual producto, a lo que siempre respondo que lo tengo que poner a la cola de las cosas, personas y dioses que tengo que boicotear. Resulta que mi escasa materia gris no da para más, no soy persona de llevar por delante varios boicots a la vez y claro, debido a esta torpeza mía, el listado cada vez se me hace más grande.  Me dicen que no consuma pizza casa Tarradellas cuando todavía voy por el boicot que se propuso a la Gillette por cerrar su fábrica de Sevilla allá por los años noventa. Y es que nadie me aclara si esto de los boicots es para siempre, tienen fecha de caducidad o un comité de expertos tiene que decidir cuándo ponerle fin.

      También me ocurre que últimamente tengo dudas sobre la efectividad de estos vetos. Pienso que si queremos que alguien permanezca con nosotros, lo mejor es consumir sus productos y así nos haríamos imprescindibles para su economía, mejor “estar al lado de” que “en contra de”.  Pero supongo que esto son cosas mías sin ningún tipo de lógica y que las privilegiadas y lúcidas mentes nacionalistas, catalanas y españolas, que proponen los boicots, saben lo que se hacen.

      Como desconozco si el humilde trabajador que le pone el queso a la pizza de casa Tarradellas es independentista o nacionalista español, socio del Barça o simpatizante del Madrid, si se lo monta con la vecina del quinto o duda en pedirle matrimonio al portero del edificio, continuaré haciendo mi propio boicot a quienes considero culpables de esta comedia: nuestros gobernantes, los de aquí y los de allí. Y no hay mejor forma de boicotearles que hacerlo en el único día que se acuerdan de nosotros, el día de las elecciones, negándoles el voto. Eso sí que es un boicot. 


      Sit tibi terra levis.

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