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2 de julio de 2017

LA JUSTICIA EXPLICADA A LOS HIJOS


En una columna anterior les explicaba a mis hijos cómo funcionaba nuestra ejemplar democracia. Pero los traviesos imberbes suelen tener el espíritu inquieto, y lejos de quedar tranquilos con las pertinentes explicaciones dadas, les surgen nuevas dudas y cuestiones. En esta ocasión, el interrogante tuvo que ver con asuntos relacionados con la Justicia. Normal, cada vez que encienden el televisor, ahí que aparecen los jugados, y claro está, los tiernos infantes acaban con una mescolanza de salas de lo penal, tribunales y audiencias, que no hay quien se aclare.

Los pequeños se plantearon si la Justicia era igual para todos. Para nada soy un entendido en Derecho —líbreme el Altísimo— y tampoco creo que hubiera sido muy pedagógico buscar un detallado organigrama de cómo se organiza el Poder Judicial en nuestro imperio. Así que abordé el asunto por la parte romántica: la justicia es ciega. Tan ciega que cuando ve a determinado personal saltándose las leyes, no tiene reparos en mirar para otro lado.

Les expliqué que la Justicia es una de las patas sobre las que se asienta nuestra admirada Cleptocracia. Así, los distintos organismos judiciales están controlados o elegidos por nuestra honorable y admiradísima clase política: desde la Audiencia Nacional al Consejo General del Poder Judicial , pasando por nuestro Tribunal Constitucional. A través del Congreso y el Senado, sus señorías intervienen de una forma u otra a la hora de colocar a quienes ellos creen conveniente en los cargos que se ocupan de la difícil tarea de administrar justicia. Para que este control sea completo, en los juzgados de cada rincón de nuestra querida España, los empleados públicos tienen que lidiar a diario en sus trabajos con la escasez de recursos materiales y humanos,lo que hace imposible que ejerzan su noble tarea. Los pequeños quedaron boquiabiertos viendo la perfección de la maquinaria que hace funcionar al Imperio.

Un ejemplo claro lo vemos en estas fechas. Día sí y día también, aparece algún miembro del gobierno advirtiendo a los independentistas catalanes  de que lo que diga el Tribunal Constitucional va a misa, así que si se dedican a hacer un referéndum tendrán que soportar el peso de la ley. Muy bien, como debe ser. Sin embargo, cuando las resoluciones de dicho tribunal no le convienen al gobierno, entonces la película cambia. Así, si te dice que la amnistía fiscal de Montoro no es constitucional, pues pelillos a la mar. Tampoco se trata de tomarse las cosas tan a pecho, basta con decir que en adelante ya no vale hacer eso.

Los zagales, ávidos de adquirir los conocimientos que les hagan conocer mejor nuestro territorio, preguntaron si todas las justicias funcionaban igual, a lo que indiqué que la justicia deportiva daba para otra columna y en cuanto a la divina, que esa daba para varias más.


Sit tibi terra levis.

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