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4 de junio de 2017

EMPRENDEDORES


La fiebre que le ha entrado al personal por ser emprendedor. Ahora se organizan tertulias para debatir sobre nuestros jóvenes y su poco espíritu emprendedor. Hasta nuestro Antonio Banderas nos dio un tirón de orejas cuando nos comparó en este asunto con el gran hermano yanqui -aquí, a diferencia del americano, preferimos ser funcionarios-. Pues qué quieren que les diga, pero tendrán que perdonarme. A mí no me interesa ser emprendedor.

Aquí, el personal que defiende las virtudes de dicho espíritu suele relacionarlo con montar un negocio propio, ganar mucha viruta y hacer lo que le sale a uno del propio arco de las vergüenzas, que para eso soy emprendedor cum laude y no tengo jefe. Por otra parte tenemos al funcionario, que se pasa el día revisándose las partes nobles bajo el aire acondicionado y pasando las horas viendo el vuelo de una mosca.

Bajo este prisma, me surgen serias dudas sobre la viabilidad de un país donde predominen los emprendedores. Las fábricas, centros comerciales y constructoras, por citar algunos sectores, sucumbirían al mayor de los desastres al no disponer de la incómoda y desagradecida, pero siempre necesaria, masa obrera. Estos obreros a su vez montarían sus propios negocios unipersonales, lo cual provocaría un excedente de tarotistas, quiromasajistas, guardaespaldas, sicarios y alpinistas (en este último caso, sin el apreciado sherpa, que también habrá emprendido su propio negocio).  Ni que decir tiene, que el sector de los servicios públicos colapsaría con rapidez. Las urgencias hospitalarias pasarían a ser un campo de batalla donde la gente acudiría en régimen de autoservicio. Supongo que el personal echaría una moneda y una voz de la maquina de rayos le diría "no respire...respire" y ya se buscaría la interpretación de la radiografía en Google, mientras el emprendedor radiólogo evitaría en su consulta privada las siempre caprichosas decisiones del Consejero de Salud que toque. A todo esto, habría que añadir los peligros que correría nuestro reino con la desaparición del ejército. Con todos sus miembros dedicados a la seguridad privada, le faltaría tiempo a nuestros vecinos portugueses para invadirnos por el oeste, también sufriríamos la necesidad expansionista gibraltareña desde el sur y no nos podría faltar por el este la siempre caprichosa actitud independentista catalana. 

Y si todo lo anterior fuera poco, lo peor vendría por parte de nuestros comprometidos dirigentes políticos. La gestión pública fracasaría estrepitosamente, nadie adquiriría el compromiso y la responsabilidad para manejar los designios de nuestra patria. En cambio, estos incansables gestores tendrían sus pensamientos en ocupar los consejos de administración de las eléctricas, bancos, petroleras y multinacionales de telefonía. 
Por todo esto y mucho más, aconsejaré a mis hijos que estudien, se hagan universitarios, y se vayan a emprender a otros países. Será la mejor forma de expandir y devolverle esplendor a nuestro imperio.


Sit tibi terra levis.

4 comentarios:

  1. Me gustaría saber qué tipo de personal se considera usted. Por lo pronto, todo el personal contratado para una empresa o entidad pública, bajo la forma de contrato que sea, está considerado empleado público. Sé que hay empresas públicas, agencias, confederaciones, ayuntamientos, diputaciones y una miriada de configuraciones bajo las que amparan las personas que prestan determinados servicios a la comunidad. Tan importantes como la sanidad, la educación, la seguridad, la protección del medio ambiente o la gestión de ayudas para personas en riesgo de exclusión social.
    En otros países la denominación es la servidores públicos algo que contrasta con su despecho por los "funcionarios, que se pasan el día revisándose las partes nobles bajo el aire acondicionado y pasando las horas viendo el vuelo de una mosca". No creo que la educación de sus hijos, directa o indirectamente, esté en manos del arbitrio del azaroso vuelo de los insectos. Tampoco la seguridad en las carreteras, o la seguridad en los aeropuertos. No hace falta que le hable de la sanidad, creo que usted entiende un poco de esto.
    Pero resulta doloroso que una persona con cierta repercusión en lo que dice se agarre a estereotipos y prolongue con un desparpajo hiriente ideas recurrentes sobre el personal de los servicios públicos.
    Mire usted, la inmensa mayoría de los empleados públicos han pasado por procesos selectivos públicos. Sí, reitero la palabra público porque viene al caso recordar que estos procesos son abiertos, con publicidad, y que para superarlos se enfrenta una a otros candidatos, a una serie de pruebas y que, no solo debe superar una nota de corte, sino estar en el cupo establecido de los mejores. ¿O se cree usted que hemos aprobado porque un amigo nuestro nos ha pasado las preguntas del examen que él mismo nos hizo? Mire, eso solo pasa en las películas. O eso creo.
    Desde hace un tiempo ha emprendido usted una sucia campaña de desprestigio de este tipo de personas. Usted, pobre, que como ha contado en la radio solo cobra unos 4 euros por hora, recuerde que esas personas que lo han empadronado, velado porque su casa se construya respetando las normas de seguridad para su vida, aquellas que enseñan a sus hijos, las que velan porque en la calle ningún chorizo quede impune tras las barrabasadas que cometen o los que le curan son funcionarios. No lo olvide, porque ellos sí olvidan cuando le curan, le protegen o velan por su seguridad sus palabras.
    Y sepa que es posible que haya alguna Universidad con algún profesor que se pase las horas viendo el vuelo de las moscas, es posible. Espero que sea funcionario y que con esa investigación alguna vez llegue a descubrir lo que ni usted imagina.
    Por favor, le ruego que no me conteste.

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  2. Estimado Anónimo:
    Entiende lo que quiere entender, pero no lee lo que yo digo.
    Saludos.

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  3. ¡Qué mal rollo!
    La una por picarse y el otro por no darse cuenta de que si no lee lo que quiere decir es que no está escrito lo que quiere decir.

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