No se trata de ningún cartel anunciador de las fiestas del pueblo, ni del Carnaval, tampoco se trata de una manifestación de provocadoras ovejas descarriadas que protestan contra nuestra madre, la Iglesia Católica. Se trata de la celebración de un cumpleaños y qué mejor forma de hacerlo que tomando unas cervezas con los amigos.
La imagen puede compararse con la que ha llevado a un edil gallego a ser acusado de un delito contra los sentimientos religiosos. Según parece, a la presidenta de una asociación de viudas le molestó el cartel anunciador del carnaval de la localidad, en el que aparecía una caricatura del Papa con una copa en la mano. Lo que para unos no era más que eso, un cartel de carnaval, para la desconsolada viuda era una provocación y un insulto hacia la verdadera religión, la Católica.
En estos días ha sido noticia que la causa fue archivada. Menos mal, porque imaginen el apuro en el que podía poner nuestra independiente y ciega justicia a nuestra amada y respetada multinacional de la fe. Podría, incluso, crear un conflicto diplomático de consecuencias impredecibles entre el Vaticano y nuestro imperio. Piensen que si la denuncia siguiera adelante, la afligida viuda podría envalentonarse y denunciar al pastor alemán, nuestro anterior Papa, por trastocarle sus sentimientos religiosos: ¿qué es eso de aparecer dándole a la birra en la celebración de su cumpleaños vestido con sotana y solideo?
Muerto el perro, se acabó la rabia. Así que, con la causa archivada, sólo debemos temer a que la Audiencia Nacional reabra la causa y acabe metiéndole un paquete al edil, al autor del cartel y a la madre que los parió. Esta situación no es descabellada en nuestro país, pues cada vez que se produce el caso diario aislado de corrupción, allá que aparece un fiscal que acude a esta institución con alguna denuncia contra el sentido del humor y llenando las portadas de los periódicos.
La verdad es que mirando la instantánea empieza uno a actuar como los perros de Paulov, mejor será que deje de golpear el teclado y me vaya a tomar una cerveza ¡Felicidades, Santo Padre!
Sit tibi terra levis.
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