Como buena oveja descarriada que quiere volver al buen camino, de vez en cuando entro en las páginas que los distintos obispados ponen en las redes al servicio de nuestra comunidad. Como todo en la vida, aquí cada uno también tiene sus gustos, los míos se decantan por la del obispado de Alcalá de Henares cuyo máximo representante es su excelencia, el reverendísimo Juan Antonio Reig Pla.
Esta página en cuestión nos proporciona numerosas herramientas para alejarnos de los abundantes males que nos acechan en esta sociedad. Aparte de las habituales arengas para “curar la homosexualidad”, he descubierto unos consejos para recuperar la virginidad. Reconozco que en un principio pensé que se podía tratar de alguna ayuda para que, gracias a la cirugía, las desfloradas jóvenes pudieran recomponer tan importante membrana. Pero no, la información habla de la denominada “virginidad secundaria”, tal y como lo leen
Se trata de cinco pasos para que, una vez que la inocente fémina se ha visto obligada a entregarse ante la insistencia y las perversas estrategias llevadas a cabo por la calenturienta mente del novio, pueda recuperar en su subconsciente la preciada telilla. Sí, es como el “despido en diferido” de nuestra admirada Cospedal, pero llevado al divino asunto de la virginidad.
Veamos cada uno de esos pasos:
“Haz un firme compromiso de reservarte para el matrimonio de ahora en adelante, y cree firmemente que lo puedes hacer, porque ¡sí puedes!”. Nada mejor que empezar dando ánimos a la desvalida muchacha.
“Apártate de gente, lugares, cosas y situaciones que debilitan tu auto control. A veces la cosa más sana que podemos hacer es evitar estar con la gente que nos tienta”. Cierto que este consejo puede llevar a que la joven se niegue compartir con el jovenzuelo momentos de ocio, como ir a la playa: a toda costa deberá evitar el torso desnudo del aspirante a marido que pueda provocar las calores del deseo.
“Evita los abrazos intensos, los besos apasionados, y todo lo demás que te lleve a pensamientos y actos lujuriosos. Cualquier cosa más allá de un beso simple y breve puede rápidamente hacerse peligroso” Un claro ejemplo de muerto el perro se acabó la rabia.
“Encuentra medios que no sean físicos para demostrar tu amor y tu devoción” Nada de achuchones, el roce de los turgentes senos de la joven pueden desatar la virilidad y llevarlos a la lujuria. Mejor regalarle un catecismo con un corazón pintado en la primera página.
“Recuerda que cualquiera puede empezar de nuevo (inclusive tú). Si te concentras en el compromiso y la autodisciplina podrás controlar tus impulsos”. Para finalizar, reafirmar la voluntad de la desdichada mujer para que cumplir el objetivo, que no es otro que llegar virgen al santo sacramento del matrimonio.
Para que vean que en estos tiempos pecaminosos, también existen caminos para reconducción de los descarriados. En este caso, el obispado nos proporciona las herramientas para ello, que no sólo de repartir hostias vive el señor obispo.
Sit tibi terra levis.
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