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15 de mayo de 2017

A LA DEFENSIVA


Ariadna, a veces, tiene el pelo rubio, otras lo luce color castaño, incluso en alguna ocasión ha mostrado un llamativo color rojo. Sus ojos son grandes, ocupan mucho espacio en su rostro, recuerda a los dibujos manga. Es guapa, muy guapa, y quizá sea uno de los motivos por los cuales en un primer contacto suele estar a la defensiva, pero hay más razones. La confianza que proporciona compartir largas horas en el trabajo, muestra que bajo la pátina de belleza física se encuentra una persona cultivada y que busca en los libros las respuestas a las cuestiones de la vida.

Ariadna es enfermera, también podría ser ingeniera nuclear, piloto de combate o lo que le hubiera apetecido. Hipnotiza verla hablar con los pacientes con un tono pausado y dulce, seguro y firme. Refiere en no pocas ocasiones cierto cansancio. No es un cansancio físico, más bien tiene que ver con el cansancio añadido que le supone ser mujer.  Por la calle soporta todo tipo de improperios y comentarios chabacanos relacionadas con su anatomía. Ariadna suele decir que a todo el mundo le gustan los halagos, pero esas expresiones nada tienen que ver con los piropos y sí mucho que ver con la mala educación y la soberbia. Lo que peor lleva es soportar a los, cada vez más, cobardes que acuden al servicio de urgencias donde trabaja y le gritan e insultan, mientras guardan un significativo silencio cuando el personal es masculino. Eso, sin nombrar a los imbéciles que llevados por la influencia del cine porno creen que todas las enfermeras son ninfómanas y están deseando que les llegue un macho que les calme sus lascivas vidas.

Ariadna ningunea los protocolos que cada año recibe en su correo corporativo para utilizar un lenguaje no sexista en la sanidad. Respeta a quienes quieren llevarlos a la práctica, pero explica que no quiere participar en una historia que se han sacado los políticos para aparentar que se preocupan por las mujeres. Añade que, si de verdad hubiera interés, al cabrón del jefe de su amiga Lucía lo meterían en la cárcel por pagarle menos que a sus compañeros que hacen el mismo trabajo. 

Ariadna aprendió desde pequeña lo duro que es ser mujer. Recuerda cuando su madre la abrazaba y le tapaba los oídos para que no escuchara las carreras, golpes y sollozos -por este orden- de Puri, su vecina. Lo cuenta con naturalidad y con tranquilidad. Era muy pequeña, pero nadie le tuvo que explicar nada de lo que ocurría en el piso de al lado, porque las mujeres tienen en su naturaleza conocer lo que ocurre a su alrededor y dónde esta el peligro, aunque a veces lo disimulen. 

Por estas, varias cientos de razones más, Ariadna se muestra a la defensiva en el primer contacto. Quién sabe si le va la vida en ello.

Sit tibi terra levis.

2 comentarios:

  1. Siempre le concedo una oportunidad y creí encontrar un rayo de esperanza en esta entrada. Solo un rayo porque especificar que Ariadna es guapa y ninguna los protocolos sobre lenguaje no sexista le quitan mucha credibilidad a la historia.
    Pero después de leer esta ¿entrada? ¿relato? (pido al autor que me diga cómo llamarlas) leo la de la semana anterior y hay algo que no me cuadra ya que son tan opuestas como la virtud y el pecado.
    ¿Hay algo que se quiera justificar con el texto sobre Ariadna que le causara resquemor moral tras la semana anterior?
    Le manifiesto esto con el máximo respeto y gran interés. Y le ruego que, como lector suyo, me aclare mis dudas.

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    1. Estimado Anónimo:
      Gracias por concederme una oportunidad. En cuanto a la credibilidad, tengo que decirle que Ariadna (lógicamente no se llama así) es guapa y esa característica hace que tenga que soportar lo insoportable, de ahí que considerase importante resaltar esta característica. Y efectivamente, ningunea los protocolos sobre lenguaje sexista, como la mayoría (prácticamente todos) de los profesionales. Intuyo que no los conoce, de lo contrario comprendería el poco éxito que tienen.
      En lo referente al resquemor moral, puedo decirle que la historia de Ariadna es anterior. Lo que ocurre es que por circunstancias, que no vienen al caso explicar aquí, ha salido ahora. Por otro lado tampoco creo que sea una entrada o relato (llámelo como quiera) opuesto al de la semana anterior, son distintos. Por la tanto, le confirmo, mis resquemores morales (que por cierto cada vez son menos) tienen que ver con otras cosas que tampoco viene a cuento explicar aquí, no con lo expresado en estas dos semanas.
      Por último, decirle que mi respuesta, como no puede ser de otra forma, también están expresadas desde el máximo respeto y espero que le aclare sus dudas.
      Mil gracias por participar.
      P.D: Siento la tardanza en la respuesta pero no he visto el comentario antes. Torpeza mía.

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