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21 de noviembre de 2016

SE APAGÓ LA LUZ

En los primeros momentos, cuando ocurrió el suceso, su nombre no salió a la luz —maldita coincidencia—. Periódicos y noticiarios se referían a ella como “una anciana de ochenta y un años”. Trascendieron pocos datos, tan sólo citaban la circunstancia de que aquella viejecita utilizaba velas para orientarse   en la oscuridad tras sufrir el corte del suministro eléctrico. Fue precisamente una de estas velas la que había causado el fatal desenlace. La pobreza siempre se padece como un paisaje tenebroso y oscuro, quizá este sea el motivo para que los pobres redoblen sus esfuerzos en aparentar no serlo y traten de obtener la luz a pesar de no poder costeársela, qué desfachatez.

El señor X había sido ministro, presidente del partido en su Comunidad y tras el penúltimo caso de corrupción había sido recolocado  como consejero delegado de la multinacional Gas Mostaza Naturalmente, S. L. La noticia la conoció por la radio, en su luminoso despacho. Se encontraba tomando un café y jugando al Candy Crush mientras hacía tiempo para la reunión que tendría lugar unas horas más tarde, cuando en la animada tertulia radiofónica comentaban la muerte de la anciana. Estaba algo nervioso, no por la reunión, allí siempre hablaban cosas de las cuales apenas entendía la mitad, y mucho menos por la noticia aparecida esa jornada. Estaba nervioso por el partido de golf que jugaría a media mañana con otros consejeros y a los cuales tendría que vencer para conquistar el particular campeonato que disputaban.

Ya en el campo de golf disfrutaban de un día soleado, había tanta luz que incluso impedía abrir los ojos en su totalidad. Estaban los participantes en el hoyo seis cuando un malintencionado Delegado General sacó la conversación: "A ver si nos va a dar problemas la vieja que la ha palmado porque le cortamos luz". Al señor X no le tembló el pulso y embocó el agujero con facilidad. Pero la vida juega malas pasadas, también en el golf, y desde el hoyo vecino, un aficionado torpe golpeó defectuosamente la bola ,que vino a impactar en la sien del señor X. Se desplomó inmediatamente.Mientras abandonaba esta vida para incorporarse a otra peor para él, a su pensamiento acudió la imagen de una anciana que le mostraba el camino hacia la oscuridad. Sintió miedo, pensó en ofrecer su notable fortuna para conseguir un poco de luz, pero no sabía a quién dirigirse, era demasiado tarde. Se lamentó por no promulgar aquella ley, cuando era ministro, que llevaba su nombre y que impedía dejar a alguien a oscuras por falta de recursos. 

El señor X expiraba sobre el fresco césped del hoyo seis,  maldijo por cambiar su luminoso despacho y el sol de los campos de golf por tanta oscuridad. Cuando apenas tenía luz escuchó: "supongo que su despacho me lo darán a mí" y entonces pudo confirmar que el oído es lo último que se pierde.

Sit tibi terra levis.

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