Esta semana tocaba hablar de la guerra desatada en el Pesoé -ese es el bélico término utilizado por no pocos medios y periodistas para hablar de lo acontecido en el partido-. Y claro está, cuando vemos a todos estos mediocres que se dedican a la política preocupados hasta la extenuación y capaces de cualquier cosa por mantener sillones, defender al Ibex 35, o incluso sentirse molesto porque se sienten engañados por su líder, pues a uno se le pone la vena del cuello como una soga y empieza a mentarle la madre al más pintado.
La foto no está tomada en la calle Ferraz, por mucho que los tertulianos nos intenten convencer de que allí hay una batalla. Los que aparecen en la instantánea no son Pedro Sánchez abrazando a Susana Díaz tras sacarla de una tensa reunión. Lo que podemos observar es un voluntario que llora desconsolado mientras abraza a la niña que acaba de rescatar de los escombros causados por el penúltimo bombardeo en la ciudad de Alepo. Aún así, algunos seguirán denominando las dos situaciones como guerra, pero quizá debieran considerar algunas sutiles diferencias: mientras en una muchos de esos socialistas simplemente buscan controlar partidos y poder, en la ciudad Siria las bombas que caen son de verdad, escabechan al personal también de verdad, y lo único que allí importa es mantener unidas cada una de las partes del cuerpo.
Así que discúlpenme, no voy a opinar sobre el tema estrella de la semana, lo que le pase al Pesoé y a las posaderas de los que ocupan y ocuparán los sillones del partido no me interesa en demasía. Eso sí, este espectáculo nos proporciona una valiosa información para ver en las manos de quien estamos. Esta semana prefiero contemplar cómo la fotografía provoca un nudo en la garganta y cómo genera una enorme inquietud el saber que la pequeña no se ha salvado todavía, porque mañana, de nuevo caerán bombas en Alepo y quizás no encuentre cerca quien la rescate y la abrace. En cuanto al rescatador, le imagino el resto de sus días acompañado de imágenes en las que aparecen muchos niños a los cuales no pudo sacar con vida de los escombros. Porque esa sí es la guerra de verdad, y mañana será un nuevo día en Alepo, un nuevo día de guerra.
Sit tibi terra levis.

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