Desconozco quien es el autor de la fotografía. Creo que está tomada en la Isla de Lesbos, un día cualquiera. Porque allí, un día cualquiera es así, sacando gente del mar: unas veces vivas y otras muchas, muertas.
En la imagen predomina el gris: gris es el cielo, gris es el agua y gris es el futuro de los refugiados que intentan llegar a tierra. Los que lo consiguen, descubrirán unos kilómetros tierra adentro en los que el gris torna a negro: negro del abandono, negro de la miseria, en definitiva, negro de la muerte.
Sin embargo en la fotografía resalta el color verde de la chaqueta, dicen que el de la esperanza. Todavía quedan hombres buenos. Imagino que el anciano acude a la playa para dar su paseo de todos los días, cuando observa al grupo de refugiados luchando por llegar a tierra. El hombre no duda en meterse en las frías aguas para coger a la niña y llevarla a tierra firme. La sostiene en sus brazos con firmeza, mientras su rostro parece que intenta contener las lágrimas, o la rabia, o las dos cosas.
La foto debería conmover al más pintado. Sin embargo, la Unión Europea —el nombre no puede ser más hipócrita— asiste impasible a los cientos de cadáveres que flotan en el Egeo. La vieja Europa, cuna de los derechos humanos, ni siquiera se molesta en mirar hacia otro lado, simplemente se conforma con estar y verlos pasar. Somos tan miserables que si la Unión Europea pidiera entrar en la propia Unión Europea, sería rechazada por incumplir las leyes sobre protección a los refugiados.
No podemos esperar a que los que manejan esta Europa desunida e insolidaria, pongan fin a esta catástrofe humanitaria. Por desgracia, nos quedan por ver muchas fotografías como ésta, seguiremos teniendo muchos días tristes en el mar.
Sit tibi terra levis.

Lamentable civilización que prioriza el color de un pasaporte a la vida
ResponderEliminarTriste Europa, más pendiente satisfacer a los mercados que a las personas. Así nos va y así nos irá.
EliminarUn abrazo Manuel.