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20 de julio de 2015

LA VIEJA EUROPA

La Vieja Europa se muere. Bueno, quizá algunos la estén matando. Lo que está ocurriendo con Grecia no deja de ser un capítulo repetido en la historia del viejo continente. Cierto es que los ciudadanos de a pie no sabemos de Macroeconomía, ni de índices bursátiles, y tampoco tenemos mucha idea del PIB. No obstante, sí que poseemos unos conocimientos mínimos sobre Nanoeconomía. Somos expertos en hacer encajes de bolillos con míseros sueldos: pagamos la luz y el gas, pagamos la educación de los hijos e intentando que en la nevera no falte la leche; los hay incluso que pueden ir al cine o tomarse una cerveza de vez en cuando. Es este tipo de Economía, las doméstica, la que une a los ciudadanos. Es esta la economía que despierta los sentimientos, la que nos hace sentir que hoy ha sido Grecia y quizá mañana nos toque a nosotros.

La palabra confianza ha salido a la palestra, no pocas veces, en boca de los distintos dirigentes del Eurogrupo. Por supuesto siempre dirigida hacia los griegos. Pero visto lo visto, me parece que los que tienen que ganarse la confianza son ellos. Díganme cómo puedo fiarme de alguien que dice representarme pero que considera una afrenta el resultado de un referéndum. Sí, ya sé que la Ministra de Agricultura nos avisó: “Ojo, que las urnas son peligrosas”  refirió la criaturita sin sonrojo alguno. Quizá habría que añadir que cuando se vota y no sale lo que uno quiere, lo mejor será darle un escarmiento a la ciudadanía —qué se habrán creído esos ¿acaso pueden pensar que tienen una democracia?—.

No es excepcional que algún casquivano asuma el simplista discurso que dice que las deudas hay que pagarlas. Curioso discurso este, dicho sea de paso. La gran Alemania, el país de muchachos de cabezas cuadradas y mujeres de pobladas axilas —que es un decir, que habrá de todo como en la viña del Señor, o en los reinos de Morón o Coripe—, pues decía, que esa gran Alemania exigente en el pago de las deudas, resulta que no pagó la suya tras la primera gran guerra, y tampoco pagó la que contrajo tras la segunda. Vamos, que lo de el gran milagro alemán tiene trampa, más bien se trata del milagro de la solidaridad y el perdón de otros países, entre ellos, casualmente, se encontraba Grecia. 

Pero tampoco sería justo culpar a los teutones como únicos responsables de esta nueva forma de colonización, lo único que han cambiado son los tanques por rescates, pero el fin es el mismo. Aquí, nuestros dirigentes del Pepesoé, no se esconden a la hora de vociferar los pagos. Curioso discurso este, también. Son archiconocidos los millones de euros que algunos bancos han perdonado a estas siglas. Ya le gustaría a más de un españolito saber la fórmula mágica para que un banco no sólo no te desahucie, sino que además te perdone la deuda. Es lo que podemos considerar una dación en pago a la inversa y en diferido. Si es que por algo están donde están, son unos lumbreras, unos fuera de serie. 

La Vieja Europa y su historia repetida una y otra vez: siembra sus odios para que el futuro se encargue de ajustar sus cuentas.


Sit tibi terra levis

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