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5 de julio de 2015

HACER EL GRIEGO

A la cama no te irás sin saber una cosa más, dice el refranero. En estos días estoy aprendiendo muchísimo de Macroeconomía y Microeconomía, de prima de riesgo e índices bursátiles, de deudores y acreedores. Todas las noticias giran en torno al asunto de Grecia y su economía. Se multiplican los debates donde los tertulianos exponen sus argumentos y los defienden como si la vida les fuera en ello. No son pocos los periodistas que se exaltan ante determinados escenarios que se puedan establecer cuando todo este embrollo pase, aunque esa circunstancia parece que más bien tiene que ver con las influencias que las subvenciones prestan a sus medios. Pero ese es otro tema.

Como decía, siempre se aprende algo y yo no voy a ser menos. Hasta ahora, mi infinita ignorancia creía que el lugar reservado en algunas casas para guardar gallinas, pollos o cabras era el corral, y por tanto, si ese lugar era más pequeño, pues podíamos definirlo como el corralito. No es de extrañar que muchos pensáramos que se habían vuelto locos. Creer que la solución a la deuda griega era llenar todo el territorio de pequeños espacios cercados y dedicados a la crianza de animales parecía cuanto menos esquizofrénico. Sin embargo, resulta que la palabra “corralito” también se usa en la terminología económica y por tanto tiene un significado distinto. 

Al parecer en el caso del corralito griego, entre otras medidas, los ciudadanos pueden sacar sesenta euros cada día de los bancos y no se permite sacar el dinero fuera del país. Es fácil pensar que esas circunstancias no sólo ayudan a los griegos, que bien las quisiéramos para nuestro noble imperio. ¿Quién no desearía tener la posibilidad de ir todos los días al banco a por sesenta pavos? En cuanto al tema de evitar que el dinero salga fuera, supongo que se produciría un deterioro en la relaciones con Suiza, tengamos en cuenta que llevamos mucho tiempo siendo una importante materia prima para su economía y acabar con eso de raíz no debe ser fácil. No obstante, nuestra diplomacia les hará entender por la buenas lo que hay. En el caso que se nos intenten subir a las barbas, les montamos una operación como la del islote del Perejil, y entonces iban a saber con quién se juegan los cuartos. 

Pero parece ser que eso del corralito no es tan bueno como pudiéramos imaginar, que no es oro todo lo que reluce. Así que esta guerra tiene pinta que seguirá alargándose en el tiempo: los griegos tendrán que seguir intentando resistir y los alemanes intentando el asalto final. Las fuerzas parecen desequilibradas, pero si algo tienen estos griegos es que cuando se meten en faena son duros de pelar, no olvidemos lo que pasó en la Termópilas. 

Es posible que no sean pocos los que piensen que ellos se lo han buscado: las deudas hay que pagarlas. Es entonces, cuando con echar una mirada a nuestro alrededor deberíamos preguntarnos ¿Y cuánto le debe Europa a Grecia? La vieja Europa, tan frágil de memoria como siempre, ya ha olvidado a algunos griegos: Platón, Aristóteles, Pitágoras, Parménides, Tales de Mileto, y tantos más. Por esta razón, suelo exclamar al ver en las noticias a esos que dicen representar a Europa: “Que os den por..” o mejor dicho: “que os hagan un griego”.


Sit tibi terra levis

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