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12 de abril de 2015

NO ME GUSTA

No me gusta el Ministro de Defensa, el señor Morenés. No me gustaba antes y no me gusta ahora. No me gustaba antes con su estudiado silencio y discreción —de todos son conocidos los conflictos de intereses del señor Ministro—, y no me gusta ahora con sus explicaciones y actitud en el caso de la militar acosada en nuestro ejército. 

No me gustaba antes, cuando, según tengo entendido, trabajaba como comercial armamentístico. Supongo que alguno me dirá que es un trabajo como otro cualquiera, él vende un producto y otros lo utilizan como quieren. Pero ahí es donde precisamente se me tuerce el gesto, en que se considere un trabajo como otro cualquiera. No puedo evitar imaginarme al señor Morenés orgulloso de vender su mercancía, sentado en el salón de su casa viendo las noticias y llamando a su esposa, novia o cualquier otra persona con la que comparta el hogar: “¡Chariiii! Corre mira, esas bombas de racimo las vendimos nosotros, mi empresa, mira que buenas y efectivas son”. Todo esto mientras en la pantalla del televisor un joven aparece con una pierna menos y un voluntario de una Oenegé explica lo necesarias que son las ayudas para poder comprar prótesis para tanto civil mutilado. Porque por si alguien no lo sabe, aquí nos ponemos las manos en la cabeza con Venezuela o Libia para unas cosas, sin embargo si les vendemos armas o bombas de racimo miramos para otro lado y nos fumamos un puro. Por cierto, les recomiendo que lean el discurso de Gervasio Sánchez con motivo del premio Jaime Brunet que le fue concedido recientemente y que aparece en su blog bajo el título: La guerra no acaba cuando dice wikipedia.

No me gusta ahora el señor Morenés como Ministro. Cuando debería redoblar los esfuerzos para que no quede la más mínima duda de que en nuestro ejército se castiga cualquier tipo de práctica abusiva, incluido el acoso. El señor Morenés ha tomado el camino fácil, el habitual que suelen tomar nuestros más mediocres políticos, que no es otro que acusar al mensajero de estar contra la institución. Para muchos ciudadanos, entre los que me incluyo, escuchar al Ministro indicando que llevar este tema al Congreso no era más que perjudicar a las Fuerzas Armadas, lo único que hace es que aumenten las dudas y sospechas en torno al putrefacto asunto. 

Pero no se preocupe señor Ministro, todo pasa y la memoria es frágil —bien lo saben ustedes, los políticos tradicionales—. No pasará mucho tiempo y de todo el asunto no quedará ni rastro en los periódicos o tertulias políticas. La capitán Zaida Cantera, con toda probabilidad, dejará el ejercito, en un nuevo ejemplo de cómo la víctima pasa a ser considerada verdugo. Su marido, militar también, pasará muy malos momentos y quizá se plantee dejarlo. El condenado por el acoso disfrutará de su vida militar sin ningún problema, acudirá a algún que otro evento luciendo medallas por un supuesto honor que cualquier persona lúcida sabe que no posee, y que mucho mierdecilla a su alrededor sí se lo reconocerá, porque en el fondo no se diferencian mucho de él. Y usted, señor Ministro, utilizará una de esas puertas giratorias que tanto les gustan a ustedes los políticos tradicionales, y quién sabe si podrá vender en algún país del Africa subsahariana un buen lote de bombas y así contribuir a que el olvidadizo occidente continúe viendo a los negritos en televisión, aunque sea con alguna pierna o brazo de menos.


Sit tibi terra levis

2 comentarios:

  1. Sencillamente fulminante y directo al estomago, como debe ser.

    Saludos de un moronero en Navarra

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    1. Gracias Francisco Reina. Lástima que no vaya a la conciencia de algunos individuos.
      Saludos desde el sur.

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