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2 de marzo de 2015

JAQUE MATE

Comprendo que cada vez cueste más escuchar a nuestros políticos tradicionales. Si además le añadimos que el esfuerzo lo tenemos que hacer en el mal llamado “debate del estado de la nación”, pues entonces la situación se hace infumable.  En este mal llamado debate, nuestros políticos parecen más bien comerciales tratando de vender su mercancía, destacando las excelencias de sus políticas. Por cierto, que siempre me he preguntado si ellos mismos se creen lo que dicen, y si así fuera el asunto es más grave de lo que parece. Además, dicho esto, podemos justificar que el ciudadano de a pie, antes que tragarse semejante putiferio, prefiera abandonarse a alguna de las múltiples y profundas reflexiones de Belén Esteban. 

A los moradores del hemiciclo, esta situación de desencanto ciudadano no les preocupa en absoluto—si les viene al fresco que saquen de su casa a un anciano o a una familia con bebé incluido, imagínense con el resto de situaciones—.  Pero me llama la atención que ya no se soporten ni ellos mismos. Un ejemplo de esta realidad lo vivimos hace unos días: mientras tenía la palabra Mariano Rajoy, la señora Celia Villalobos le daba gran utilidad a la tableta que le regalamos usted y yo para el mejor desarrollo de sus funciones. No crean que dedicaba el tiempo a consultar el reglamento de la Cámara Alta o algo por el estilo, la señora no tuvo mejor idear que dedicarse a jugar a algún juego de moda. Y digo yo:¿no hubiera sido mejor abandonarse a los brazos de Morfeo y de camino promocionar algo tan de aquí como es la siesta?  

Aún así, tampoco hagamos una montaña de unos misérrimos granos de arena. No todo es negativo en la política tradicional de nuestro noble imperio. Nuestros avispados diputados también tienen sus aciertos y virtudes.Así, hace unos días me llevé una gran alegría cuando leí una noticia que señalaba cómo sus señorías habían aprobado una proposición no de ley que instaría a que se incluyera el ajedrez en nuestro sistema educativo. Mantengo mi esperanza en que la propuesta se lleve a cabo, y sobre todo que no sea una chapuza más de las tantas que nos encontramos en el reino. Mucho me temo, sin embargo, que si descubren que el ajedrez es una ilimitada fuente de inteligencia que hace pensar al personal, en seguida darán marcha atrás en este asunto.

Visto lo visto, lo suyo es que la señora Celia Villalobos se aficionara al ajedrez, así nadie le echaría en cara que se dedique a jugar en la tableta mientras nuestro Presidente del gobierno habla fuera de plasma: “Si  van a dejar a los niños jugar al ajedrez en el colegio, ¿por qué no puedo jugar yo?” sería el poderoso argumento. Además, si descubre el poder de la caballería en el tablero para saltar dentro de las líneas enemigas, seguro que deja de lado el juego de marras. Aunque pensándolo mejor, quizá no sea buena idea que los políticos tradicionales aprendan el ajedrez, seguro que rápidamente aplicarían las jugadas para hacernos jaque mate a los ciudadanos.


Sit tibi terra levis

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