No, no piensen que he perdido el poco seso que me queda. No he ido —y me juego la carótida a qué no iré— a tragarme la película de marras. A mí la historia no me pone: un tío al que le sale la viruta a espuertas, regala Audis como el que reparte caramelos, te lleva a tomar una birra en helicóptero, y está bien despachado de… No aprecio el mérito a la hora de seducir a quien se proponga, lo difícil sería que no se comiera una rosca. No obstante, tengo cierto temor a que tanto derroche de endorfinas en el público que llena las salas de cine tenga sus consecuencias. Así, a los ya masificados servicios de urgencias, les entrará trabajo extra: a la epidemia de gripe habitual por estas fechas, se le puede sumar el personal con las espaldas y posaderas en carne viva del uso desmesurado de fustas y látigos, así como articulaciones dañadas por el mal uso de grilletes y nudos apretados en exceso. Eso, sin contar la utilización de determinados objetos para ocupar oquedades anatómicas que la naturaleza ha dispuesto para fines muy diferentes a los que algunos pretenden.
Tampoco crean que el título que da entrada a esta columna contiene errata alguna, o que quien suscribe no se ha informado lo suficiente de cómo se titula la afamada película. El personaje al que quiero hacer referencia se llama así, para ser más concreto en su segundo apellido: Mariano Rajoy Brey. Nuestro querido y admirado Presidente presenta muchas sombras, yo creo que superan las cincuenta de largo y con facilidad, lo que ocurre es que la memoria del votante es débil y corta, cosa esta que es explotada en grado superlativo en fechas electorales.
La sombra que más dolor de cabeza le puede estar provocando a Brey no tiene que ver con Bárcenas y los innumerables casos de corrupción que le rodean a él y sus secuaces, o con pagar en Be las obras de la sede del partido. Creo que la peor sombra, y a la que mayor atención debe prestar nuestro Brey es a que le hagan un griego. No piensen mal, para nada me refiero a la ayunta utilizando el introito que evacúa el detrito del cuerpo. Me refiero al tira y afloja que se traen los griegos con los alemanes. Pero quédese tranquilo señor Brey, en ningún momento esa falsa Europa va aflojarle las tuercas a los griegos. Y no lo hará, no porque crea que es lo mejor para los ciudadanos del viejo continente o porque lo que piden los griegos no sea justo. Es más sencillo que todo eso, no dejarán escaparse viva a Grecia porque eso significaría descubrir todo el pastel, reconocer que todo ha sido una gran farsa, un gran timo. Además, cuando alguien mete el dedo en el ojo del poderoso debe atenerse a las consecuencias, y Grecia deberá aprender la lección: deben servir de ejemplo para otros que se planteen otra forma de sociedad.
¿Y entonces qué? No se preocupen, la vieja Europa siempre ha sabido arreglar sus problemas. ¿No lo creen? Echen un vistazo a la Historia, y verán cómo se buscan soluciones radicales para problemas generales. Por ejemplo, una guerra nunca viene mal, suele servir para limpiar y restablecer el mismo orden social para los mismos actores de reparto. Ya ocurrió en la Primera Gran Guerra, se hizo con la Segunda, ahora se ha intentado con la actual Tercera —esta a diferencia de las anteriores se ha hecho sin necesidad de tiros, solo con los mercados—, y si es necesario pues se hace la Cuarta ¿Qué les parece empezarla en Ucrania?
Sit tibi terra levis
Brey es digno protagonista de la película, porque lleva dándonos por culo a más de uno casi cuatro años, poniéndonos grilletes a los que no damos la talla para ser de la clase poderosa. No es necesario dar tiros (de momento). Basta con lo que hace y con meternos miedo a los que podamos tener la osadía de votar a algún partido no dominado por esa sombra indigna para el ser humano llamada capitalismo financiero
ResponderEliminarPues si Manuel, tienes toda la razón del mundo. Han dado la espalda a las personas para seguir adorando al becerro de oro, o más bien al oro del becerro, que diría Gala.
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