Se acabó lo que se daba, fin de fiesta, llegó la hora de la verdad. Pasadas las vacaciones y la feria de nuestra localidad podemos (espero que no se me tome como filoetarra, antisistema y populista por utilizar esta forma verbal) volver a nuestra nueva vida. Ya saben: ir al gimnasio, comenzar alguna colección de fascículos interminable, y dar el paso para comenzar un curso de“Diseño de conversación chuli por whatsapp para dejar flipada a la Vane”versión 4.0, of course. Si algo tenemos claro en nuestro pueblo es que todo se deja para después de feria. O lo que es lo mismo, nuestra feria marca el antes y el después del año.
Me resulta curioso como en esta fiesta los emigrantes de nuestro pueblo aprovechan para volver y pasar unos días con sus familiares, mientras muchos lugareños aprovechan para marcharse fuera y pasar unos días en la playa en un todo incluido. Que digo yo que cada uno se mete en la caseta que quiere, bien aquí o en Isla Canela. Esta circunstancia parece que justifica el famoso dicho: no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde.
En esta feria tuve el privilegio de hablar con uno de esos moroneros que tuvieron que cambiar los reinos de Morón por los reinos de Cataluña. Me contó su odisea, su biografía. El hombre me hablaba con pasión, deseoso de trasmitir su experiencia. Apenas contaba con dieciocho años cuando un día su padre le dijo: -mañana nos vamos para Barcelona-, así, sin anestesia, a palo seco. Se señalaba la piel erizada de los brazos: -cuarenta y cuatro años después, todavía se me pone la carne de gallina -me comentó mientras sus ojos se tornaban vidriosos. Aún sabiendo que la posibilidad de volver de manera definitiva a su pueblo en un futuro era remota, casi imposible, sobre todo por que eso significaría dejar atrás a hijos y nietos, en sus comentarios dejaba escapar el hilo de la esperanza de hacerlo algún día. Me hizo partícipe de múltiples detalles tras más de cuarenta años lejos de su pueblo. Algunos para película de humor, otros para una de suspense, e incluso alguno para género erótico.
Al marcharse no pude evitar que la neurona se removiera. Me imagino lo que pueden pensar los emigrantes actuales al oír hablar a las autoridades sobre la emigración en esos términos. Parece de mal gusto catalogar de “espíritu aventurero” a estos ciudadanos, cuando lo que intentan es dejar de lado la desesperanza y abrirse paso hacia un futuro mejor. Desesperanza que esos mismo políticos tradicionales se han encargado de sembrar y que ahora, lejos de ser un brote verde, forma un tupido bosque en nuestro país. Y un futuro que cada vez presenta más oscuridad, donde los corruptos y los golfos tienen preferencias, mientras a los humildes y honestos se les roba con preferentes. En cualquier lugar decente los hubieran mandado a hacer puñetas por decir semejante gilipollez. Pero tampoco se trata de pensar mal, el problema puede estar en que nuestros políticos tradicionales tienen un concepto muy concreto de la emigración: cuando ellos lo hacen es al Parlamento Europeo, y claro, allí se pegan una vida de lo más aventurera.
No estaría nada mal que esos personajes tuvieran oportunidad de hablar con los emigrantes de verdad, con ello evitarían frivolizar sobre tan seria situación. Si ello no es razón suficiente, al menos evitarían que le mienten a la madre, que no es poco.
Sit tibi terra levis.
La emigración es casi siempre una tragedia. Yo he vivido verdaderos dramas en muchos aeropuertos de América Latina viendo a familias despedirse de hijos, de hijas, sin saber cuándo podrían volver a verlos. Gente con valor y muchas veces desconocimiento. Anécdotas que no cabrían aquí que ponen los vellos de punta. Animan a emigrar estos políticos para quitarse mugre de encima y poder cuadrar las cuentas. Claro, así hay menos paro, si se van, se suicidan o simplemente se mueren. Y lo mejor de un país, que es su juventud, a la puta calle. Gracias, Marcos, por recordarnos que esto es una vergüenza, y que el dolor que como sociedad le causamos a este moronero lo lleva en el alma y morirá con él. ¿Hay algo más duro que una cadena perpetua como esa?
ResponderEliminarManuel no puedes imaginar la ilusión que me hace tu comentario. Ver en mi blog un comentario de un escritor de tu categoría y habiendo disfrutado de tus libros provoca un cosquilleo especial. Muchas gracias.
Eliminar