Se aproxima el final del curso, los escolares se muestran algo más nerviosos de lo habitual. Los últimos exámenes se acercan y con ellos el pequeño paso que hay de la gloria a las terribles garras del fracaso. El paso de cruzar la delgada línea que separa un verano de piscinas y pleiesteichon de caer en la condena de las clases particulares. Algunos estudiantes presentan mayor dificultad con las Letras, otros se atascan más con las Ciencias. Hoy intentaré aportar mi granito de arena para que aquellos que tengan problemas en algunos temas salgan airosos de tan magnánima aventura.
Siempre he creído en la importancia de la Pedagogía para que el binomio enseñanza-aprendizaje llegue a buen puerto. Se aprende mejor aquello que observamos en la realidad. Si la mejor forma de aprender Anatomía es utilizar cadáveres, ¿por qué en Matemáticas no se puede usar lo cotidiano, lo que tenemos a mano, o lo que vemos todos los días? Eso sí, quiero dejar claro que esta idea la llevo a cabo desde la buena fe, no sea que alguno aproveche la ocasión para acusarme de intrusismo.
Intentemos explicar las propiedades de la multiplicación, para ello qué mejor y más real que nuestra casta política tradicional. Escuchemos los argumentos por parte del Pepé y Pesoé sobre la ley de abdicación, y ya tenemos la propiedad conmutativa: el orden de los factores no altera el producto, hable quien hable primero el resultado es el mismo mensaje. Pasemos a la siguiente: tomemos los casos de corrupción, si los multiplicamos por el Pepé y todo eso por el Pesoé, el resultado es el mismo que si esos casos los multiplicamos por el Pepesoé, he aquí la propiedad asociativa. Otra más, si sumamos a los miembros del Pepé y a los del Pesoé, y los multiplicamos por la viruta que se embuchan, el resultado es la misma e indecente cantidad que uno y otro partido obtienen por dietas y sueldos, aquí obtenemos la propiedad distributiva. De esta última, podemos obtener el factor común. Es decir, a todos los miembros del Pepesoé se les puede sacar el mismo número de escándalos y corrupciones. Finalmente, tenemos el elemento neutro, en este caso podemos decir que es el Rey, todo lo que haga su majestad no afecta ni a Pepé ni a Pesoé. Ya saben, todo número multiplicado por uno…
Lo cierto es que la vida política tradicional del nuestro amado y apreciado estercolero da para explicarle a los colegiales numerosas operaciones aritméticas, geométricas, y trigonométricas. Pero no dejemos de lado nuestras admiradas Letras. Existen numerosas opciones para comprender los intríngulis de nuestra Ortografía, Sintaxis, Fonética, e incluso Gramática. Se me ocurriría explicar las oraciones copulativas, pero con esa denominación, mucho me temo que, nuestros rancios ministros y la sombra de la multinacional de la fe, pronto intenten eliminarlas de nuestra Gramática por atentar contra la moral, la de ellos, faltaría más.
Para finalizar y a modo de conclusión de este curso práctico, les proporciono una regla mnemotécnica que puede sacarles de algún que otro apuro, confusión, o momento de debilidad. Todo ello, a pesar que últimamente el Pepesoé no se esconde de aparentar ser diferentes o al menos disimularlo:“Pesoé, Pepé…la misma cosa es”.
Sit tibi terra levis.
Por favor, cambia el rollo. Siempre es lo mismo.
ResponderEliminarDe ahí el título: la misma cosa es.
EliminarP.D: ¿Qué rollo prefiere?