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29 de junio de 2014

FANDANGO

La mayoría de los sufridos lectores de esta columna habrán visto las imágenes en las que un grupo de ciudadanos protesta en el Parlamento Andaluz. Hasta aquí lo normal en los tiempos que corren. Lo llamativo y diferente de dicha protesta es que tuvo lugar en su interior y cantando; nada de gritos, improperios y malos gestos. Tres cantaores armados de arte y fandangos expresaron su malestar con los políticos tradicionales y su sometimiento al capital. Lo que en otras ocasiones se había visto en entidades bancarias, esta vez fue llevado al lugar donde se supone es expresada la voz y voluntad popular. Lo paradójico es que allí no se puede decir ni mu, si dices esta boca es mía te ponen de patitas en la calle y lo mismo hasta te meten en la jaula. Me imagino al juez de turno diciendo, “¿Quién se ha creído usted? Expresar su opinión en la cuna de la libertad y la democracia, faltaría plus”.

Esta situación me ha hecho reflexionar sobre las protestas que se llevan a cabo en nuestro país. Partiendo de la base que cada vez hay que tenerlos más grandes y mejor puestos para salir a la calle a denunciar cualquier injusticia, es necesario buscar otras formas de protesta. El ciudadano de a pie no puede permitirse interrumpir sus estudios de medicina para pasar tres años en la cárcel tras participar en una huelga general. Si quiere ir contra el sistema, afíliese a un partido político tradicional, pelotee hasta la extenuación, y forme parte de un consejo de administración de una caja de ahorros. Eso sí que es darle un palo al sistema, y además sin riesgo alguno.

Como decía, me parece urgente la necesidad de buscar nuevas y originales fórmulas para hacernos escuchar. Utilizar la música como han hecho estos ciudadanos me parece bastante atractivo. Imaginemos que en cada acto de la chusma se escuchara una voz cantando flamenco; es posible que incluso acudieran más personas a esos acontecimientos. Además no creo que se pudieran tomar medidas penales contra la protesta. Es como si al cantaor de saetas lo acusaran de practicar un escrache a la Virgen Desatanudos o a San Drogón. Por otro lado, puestos a ilusionarnos, dichas protestas podrían tener el efecto mancha de aceite, y que los políticos tradicionales acabaran haciendo sus apariciones y discursos con música. Parece que ya estoy viendo a ese Montoro, con su dulce voz aflautada, cantando su próxima subida de impuestos. Espectacular ¿verdad? ¿Y qué me dicen a nivel local? Nuestro alcalde anunciando los habituales sablazos con los impuestos, mientras de fondo una guitarra suena al toque por Morón -por supuesto sería un detalle que en el Ayuntamiento, junto al cuadro de nuestro queridísimo Felipe VI, colocaran otro de Diego del Gastor, que no le desmerece nada de nada-.

A la que no termino de ver cantando es a la Cristina, aunque sí conocemos cómo sabe salir por peteneras. No es que piense que la muchacha tenga un detestable tono de voz o que desafine en demasía, más bien lo digo por su mala cabeza y la tendencia olvidadiza, si no recuerda cómo le llegaba la viruta a su tarjeta de crédito, no podemos pretender que recuerde la letra de una coplilla. Por cierto, casi con toda seguridad sé de uno que va a escuchar tela marinera, porque al juez Castro, en cuanto puedan le van a cantar las cuarenta. Vamos, poner en duda la honestidad de una Infanta por unos eurillos de nada, que está donde está por la gracia divina. Así que mejor, y mientras termino de comprender el sentido del humor de los dioses, seguiré escuchando fandangos.

Sit tibi terra levis.

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