Ven como no puede ser. Uno lo intenta, pero es imposible. Pasar varias semanas sin que esta columna sirva de válvula de escape ante las situaciones que se dan en nuestro querido y admirado estercolero, resulta un ejercicio extenuante y un esfuerzo imposible de mantener en el tiempo. No hay día que a toda persona considerada honrada se le hinchen las joyas que penden del arco que forman los miembros inferiores.
A veces, intento estabilizar los karmas y me abandono a la idea que quizás, alguna vez, el estercolero pase a ser un bonito paraíso. Soy consciente de mi propia gilipollez. No obstante y a pesar del esfuerzo, esta pandilla de golfos y maleantes que se dedican a la política tradicional -ya saben, eso de vivir por la patilla y que el honrado ciudadano esté al servicio de la casta- salen cada día para desestabilizar e invitar a mentarles los fiambres a la mayoría de ellos.
Fijémonos en manos de quien estamos. Supongo que habrán lanzado todo tipo de improperios viendo la lamentable imagen de esos vividores que moran por el congreso de los diputados. Verlos a la carrera por el hemiciclo sin esperar a terminar la sesión, deseando pillar los trenes y vuelos -pagados por nosotros, of course- para pegarse el puente padre, es cuanto menos vomitivo. Ese mismo día tuve un sueño en el que veía a sus señorías corriendo mientras en la puerta del Congreso un nido de ametralladoras los abatía irremediablemente -menos mal que se trataba un sueño, líbreme el altísimo de desearle algún mal a sus distinguidas señorías-.
A nivel local, la semana nos deja una nueva subida de impuestos. El Pepesoe, juntos, de la mano, como hacen habitualmente para estos menesteres -ya que son la misma cosa-, nos han regalado un nuevo esfuerzo para los moroneros. Bueno, para algunos moroneros, concretamente para los de siempre. Ahora, alguno vendrá a contarme milongas sobre la necesidad de la medida, que si hay que evitar el colapso financiero, que si ya no hay rival pequeño o que con diez se juega mejor que con once. Lo que más me fascina de estos cachorros de políticos tradicionales es cuando hablan en nombre de la responsabilidad. Es entonces cuando los ciudadanos honrados de este pueblo se rilan por el suelo de la risa. Me imagino que la responsabilidad se irá por el sumidero cuando se recuerda las subvenciones que se pierden, los helipuertos inútiles, las farolas millonarias o las comilonas en restaurantes varios. Y que me dicen, cuando se razona que con ese dinero recibimos servicios; piscinas cubiertas que tenemos que pagar para utilizarlas o escuela de fútbol para los niños previo pago. Sean responsables de verdad y renuncien al curioso dinero que nos cuesta cada pleno extraordinario que convocan.
Pero, no quiere encenderme. Seamos positivos. Nuestro políticos tradicionales locales comprenden que nuestros pueblo y sus ciudadanos pueden soportar esta presión. Para ello contamos con una potente industria que da cobertura a nuestros ciudadanos. Aquí todo habitante que quiera puede ganar indecentes cantidades de dinero con la oferta de nuestras densa y variada actividad empresarial. Da gloria pasear por la milla de oro de nuestro pueblo; un concesionario de Ferrari por aquí, una alta joyería por allá. Vamos, que estamos en condiciones de afirmar que somos la Marbella de la sierra sur -al menos en impuestos-.
Sit tibi terra levis.
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