About me

En esta página puede leer todos los artículos publicados hasta la fecha en el DIARIO DE MORON

21 de octubre de 2013

EL PARQUE DE ATRACCIONES

Lo siento mucho, esta semana no puedo repartir estopa a la casta política tradicional. Simplemente se trata de un poco de higiene mental. De vez en cuando hay que limpiar la neurona de tanta bazofia. Este paréntesis no quiere decir que no tenga ganas de soltar los espumarajos por la boca. La situación y sobre todo el rebaño de golfos que tenemos que soportar como dirigentes, hacen que aguantarse sea una tarea complicada. No obstante, haré un sacrificado esfuerzo y dedicaré estas humildes líneas a otros menesteres. 

Este ejercicio de depuración mental, me ha llevado a pensar sobre distintos temas a tratar. Lo fácil hubiera sido exponer algún contencioso relacionado con el tema sexual. Viendo el éxito de ventas que tiene últimamente la literatura erótica, hubiera asegurado el interés de los vivarachos lectores. Pero pensándolo bien, bastante complicado tengo entrar en el reino de los cielos para encima enredar más la situación escribiendo sobre asuntos carnales y otras alteraciones hormonales. Por tanto, he decidido contarles una historia acaecida hace un par de meses.

Pongámonos en situación. Verano, disfrutando las vacaciones con la familia. A varios cientos de kilómetros de nuestro pueblo, me dediqué a gozar de unos días  sintiendo sensaciones fuertes. Para el que suscribe, estar en un parque de atracciones es un modo de liberar tensiones y tener diversión asegurada. Lo recomiendo, las montañas rusas que ofertan Port Aventura ponen los pelos de punta. A todo esto, le añadimos un gran número de personas, de todo tipo y ropaje. En consecuencia, no es complicado observar situaciones de lo más variopinto. 

Una noche en el parque, me dispongo a hacerme con unos víveres para poder realizar la cena. Lo más parecido a algo llamado alimento consistía en unas pizzas, refrescos y una crema que le llamaban helado.  A la hora de hacerse con la comida, el sistema utilizado era el mismo que las famosas hamburgueserías -prometo un día escribir sobre lo complicado que es pedir un menú en estos establecimientos-. Lo novedoso consistía en una maquina expendedora del tique que ponía a disposición del cliente las distintas variedades y la ventaja de ser servido con mayor rapidez evitando tiempo en las colas.  Pues en esas estaba. Delante, un par de fulanos y una fulana, se concentran en elegir los distintos productos. Mientras consiguen su objetivo, no se ocultan en repartir estopa a todo lo que los rodea; que si la máquina no está bien conseguida, que si hay poco servicio de limpieza, que si hay mucho personal ocioso y todo un largo etcétera.

Minutos después, dispuestos sobre el mostrador que aportan la comida, el trío se muestran cada vez más críticos. Al fondo, un cocinero se lleva continuamente la mano a la espalda, momento en que la parte femenina de aquellos críticos dice; “claro que son lentos, mira el cocinero rascándose la espalda en vez de trabajar, moro tenía que ser”. En ese momento la camarera rusa que les atiende les termina de servir la bandeja. Uno de los chicos, con un desprecio que invitaba a patearle la boca dice; “rusita, todavía no sabes que por pedir dos coca colas me tienes que regalar unas gafas de esas de la promoción”. A lo que la bella camarera contesta en un perfecto español; “claro que lo se, pero el caballero debería saber leer, la promoción dice que las gafas se regalan con dos coca colas medianas y en su tique han pedido dos minis”. Obviamente, me contuve la carcajada mientras aquellos fulanos se marchaban sin decir ni mu. 


Sit tibi terra levis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario