La columna de esta semana va dirigida a nuestro querido y amado monarca Juan Carlos I. No piense el sufrido lector que soy temerario u osado por dirigirme de forma pública a tan distinguida personalidad. He intentado, sin conseguirlo, encontrar el correo electrónico, facebook, twitter e incluso el whatsapp de nuestro admirado rey, todo ello con el fin de poder dirigirme de forma personal. Por lo tanto y suponiendo que con toda seguridad tan ilustre mandatario será lector del Diario de Morón, he decidido utilizar este medio para hacerle llegar mi mensaje.
Estimada majestad, lo primero que quiero es presentar mis disculpas por dirigirme a su persona de forma directa y saltándome cualquier conducto reglamentario. Supongo que tendrá numerosos asuntos importantes a los que atender, aún así, espero que pueda concederle a este súbdito un pequeño lapso de su apretada agenda. Lo primero que quiero mostrarle es mi admiración hacia su persona y tarea - nadie caza mejor los elefantes que usted-. Reconozco que puedo catalogarme de nuevo monárquico. Hasta hace poco tiempo no entendía su labor ni defendía la elección de su cargo por mandato divino. Pero, lejos de afianzarme en estos pareceres, la actual situación ha hecho que me ponga de su parte. Sólo de pensar que le pudiera sustituir, en cargo de primer ministro, algún elemento del panorama político tradicional me pone la carne de gallina. Imagínese de primer ministro a Rajoy, Zapatero, Rubalcaba o al mismísimo Ansar -acompañado de la primera dama Anne Bottle-. Permítame majestad utilizar el tópico de más vale malo conocido...
Soy conocedor que ser un humilde servidor de la corona me obliga a ponerme a su disposición para lo que requiera, incluso a dar la vida por usted -el más alto honor para cualquier súbdito de este reino, dar la vida por su rey-. Por ello, quiero que sepa que en nuestro pueblo estaríamos más que orgullosos de ofrecerles nuestros servicios para la sanación de sus dolencias. Esa cadera, que junto a su yerno, tantos dolores le está causando -en ese aspecto se comporta como alguien más del pueblo, con su oveja negra en la familia y todo-.
Como decía, le quiero comunicar que dispone de nuestros servicios. Le sugiero que evite venir en coche oficial, nuestras carreteras de acceso están bastante bacheadas y no creo que le produzca ningún bien a su maltrecha cadera. Mejor utilice el helicóptero. Lo único que debe de tener en cuenta es que no se le ocurra utilizar el helipuerto de nuestro pueblo ya que no reúne las condiciones adecuadas para su utilización -lo sé majestad, usted también pensará que en este pueblo somos imbéciles-. Una vez aquí, le llevaremos al centro de salud para hacerle una radiografía y ver que opciones terapéuticas hay disponibles. Bueno mejor evitemos este paso, parece ser que desde hace un tiempo no se hacen radiografías en dicho centro. No se preocupe, lo llevaremos al CHARE -allí la única precaución es evitar que le atienda un enfermero con muy mala leche y que escribe columnas de opinión-. Después le enviaremos a nuestro hospital de referencia y allí podrá mezclarse con el pueblo y conocer sus problemas e inquietudes. Un par de días en aquellos pasillos le dará una idea de las necesidades de nuestros viejos. Finalmente, quizá lo deriven al hospital del Tomillar. Entonces es fundamental que lleven coche oficial, las comunicaciones hasta allí son bastante complicadas, sobre todo si el resto de la familia real decide pernoctar en nuestro pueblo. En definitiva, majestad aquí estamos para servirle. ¡Viva el rey!
Sit tibi terra levis.
¡Ea!, te habrás quedado a gusto.
ResponderEliminarDe darse el caso, no tan raro, dudo que atendieras mal al Rey. Y lo dudo, no porque tu ética o tu dignidad te impidieran tratarlo mal o que reluciera ese sentimiento antimonárquico de nuevo cuño del que presumes. Estoy seguro, de que tu mala leche, lo dices tú, no yo, de tenerla, te la tragarías. Y que saldría de ti la más babosa de las sonrisas y el más servil de tus tratos.
Solo para medrar.
Estimado Anónimo:
EliminarCierto. Suelo estar a gusto casi siempre. Pero tengo que expresarle que no soy antimonárquico. No suelo ser "anti" nada. En cuanto a mi babosa sonrisa y el más servil trato pues posiblemente tenga razón. Para un humilde súbdito como yo no existe mejor recompensa que servir a mi rey y en caso necesario dar la vida por él -al menos en las novelas, este aspecto queda muy espectacular-.
¡Viva el rey! Again.
Gracias por participar.
Mejor que no venga, dicen por ahí que en un recorte de sanidad han decidido cerrar el banco de sangre real, y a ver donde encontramos sangre del grupo azul.
ResponderEliminarMuy agudo estimado Anónimo. La verdad que he sacado mucha sangre, y la de color azul escasea.
EliminarGracias por participar.