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30 de septiembre de 2013

UN DÍA DE FURIA

El día había amanecido soleado, ausencia casi total de nubes y una temperatura en aumento con el pasar de las horas. Todo normal en nuestra villa, un sábado más. Hacia el mediodía, los jóvenes y no tan jóvenes se concentran en los jardines de La Carrera, más concretamente en las tabernas de la zona. Cervezas en mano, las distintas tertulias se afanan en sus comentarios. Chicas acicaladas para la ocasión resaltan la belleza natural que poseen las moroneras. Posiblemente se muestren hermosas y engalanadas para gustar a los hombres y disgustar a otras mujeres. Una vez más todo es igual y todo es distinto, como siempre.

Durante la tarde algo comienza a cambiar. La temperatura se hace más insoportable. El día claro y soleado pasa al nublado que provoca un bochorno insoportable. El Pozo Nuevo aparece cada vez más desierto, algún que otro transeúnte y poco más. Los comercios permanecen cerrados en su mayoría. La perfumería sigue en su sitio -para tranquilidad de quien suscribe y de otros que leen-. No obstante, algo se palpa en el ambiente. No soy consciente que puede ser, algo se está barruntando, en mi interior algo me dice que alguna contingencia va a ocurrir en nuestro amado pueblo.

Saboreo un café acompañado de los amigos. Entre el segundo y tercer sorbo se comienza a oír el sonido típico, estridente de la sirena de algún vehículo de nuestros servicios públicos. El sonido se va acercando para después alejarse paulatinamente. Se silencia al poco tiempo. A los pocos minutos otro vehículo policial -con su sirena muda- pasa a velocidad considerable con todas las luces encendidas. Los componentes de la tertulia alrededor del café nos miramos y en nuestro interior nos preguntábamos que suceso estaría ocurriendo en ese instante. 

Los presagios sobre aquella tarde parecen que se pueden cumplir al ver pasar a nuestros bomberos. Algo se estaba cociendo. A los pocos minutos observo a algún que otro vecino con paso más rápido de lo normal. Pronto alguien comenta sobre la concentración de algunos policías y bomberos en una zona cercana. Nadie aclara los hechos, todo son elucubraciones. Otros vecinos hablan sobre el operativo para rodear el objetivo. Pero, nadie da explicaciones exactas sobre los hechos en cuestión.

Llegado un momento, me viene a la memoria la película de Michael Douglas; Un día de furia. Pienso que quizá algún ciudadano en nuestro pueblo estuviera emulando al protagonista de dicho film. Un ciudadano indignado con nuestro estercolero. Cansado de continuas subidas de impuestos. Enojado por no tener un trabajo para mantener a su familia. Rematado con una notificación de desahucio. Pensé en un individuo atrincherado y armado hasta los dientes.

A los pocos minutos fui consciente de mi ignorancia. En nuestro país no es sencillo disponer de armas de fuego. No se consigue con facilidad subfusiles de asalto, granadas o un lanzacohetes. No tenía claro a un individuo parapetado y amenazando a las fuerzas de orden con un tirachinas. Entonces apareció la luz. La explicación llegó. El espectacular dispositivo trataba de dar caza a un perro. El canino en cuestión parece ser que no lo puso fácil -a pesar de la tranquilidad que muestra en un video que circula por el pueblo-. El chucho si tuvo su día de furia y pagó muy caro; con su vida. 


Sit tibi terra levis.

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