Ya estamos de nuevo por estos barrios, bueno, realmente no es del todo correcto. Cuando escribo estas humildes líneas todavía disfruto de algún que otro paraíso para la recarga de serotonina. Algo que nos ayude a pasar de la mejor forma posible la nueva temporada. He pasado unos días desconectado del mundo, alejado de noticiarios y demás elementos encargados de ponernos el cuerpo en tensión y cabreo continuo. Todo ello sabiendo que unos días después la vida seguirá igual. Mucho mangante por aquí, los amiguetes eliminando unos discos duros por allá. Los mismos golfos mostrándose orgullosos de sus golferías. Gente pasándolas putas, mejor dicho, reputas. La chusma haciendo el chusma con Gibraltar. Unos cientos de gaseados en Siria. Un crematorio dentro del pueblo mientras los dirigentes locales miran para otro lado -por supuesto nada de mirar hacia la Sierra de Morón, así evitan cualquier sonrojo-. En definitiva, lo normal cuando el ser vivo más hijo de la gran puta que existe es el encargado de manejar el cotarro de este planeta.
Como es habitual, por estas fechas se empieza a preparar el nuevo curso escolar. Un año más los responsables de la educación nos mantienen a la cola en calidad educativa. Supongo que esta deplorable circunstancia será motivo de orgullo para la casta política -un país de analfabetos es fácil de manejar, faltaría más-. Por supuesto, en su habitual bajeza moral, estas alimañas no escatiman en dureza facial y suelen culpar a los profesionales del bajo nivel que aireamos por Europa. Esta estrategia tiene resultado, no es raro encontrarnos con mucho imbécil que se cree el absurdo discurso. En todo este desaguisado, Rouco ha movido pieza. No contento con sus privilegios, económicos y sociales, ahora la multinacional de la fe busca evitar la continua pérdida de sujetos del rebaño. Para ello, la mejor fórmula consiste en controlar la educación, así se puede adoctrinar perfectamente a los individuos. Por lo tanto, todo indica que el jaque mate está cerca, la iglesia gana.
Veamos. Los dirigentes del estercolero han decidido que la religión se valore para el expediente académico. Algún escéptico puede pensar que el asunto tampoco es tan grave. Para los fundamentalistas cristianos es una parte más de la cruzada para imponer su doble moral en la vida pública. A este que suscribe, el asunto no le termina de convencer. Seguro que algún meapilas dirá que es de esperar en una oveja descarriada o de alguien cercano al mismísimo diablo. Pero no se trata de poner en la balanza a creyentes y no creyentes. Es simplemente un ejercicio de sentido común.
Mirémoslo de la siguiente forma. Con la nueva reforma educativa nuestros estudiantes deberán de poner en el mismo saco y a la misma altura a Newton, Rufini, Nieztsche, Hawking, Einstein y Dios. De esta mezcla pueden surgir algunos roces. Tradicionalmente, la multinacional de la fe se ha enfrentado con la ciencia en numerosas ocasiones, ya saben, aquello de Galileo de “y sin embargo, se mueve”. Además, no quiero ni pensar los problemas de conciencia de algunos estudiantes. Por un lado profesores enseñando el método científico y por otro dejando en manos de la fe diversos acontecimientos. Es decir, poner frente a frente el Teorema de Bayes con el curioso caso de la asna de Balaam, a todas luces me parece desmesurado. Nada, que no hay arreglo, este país no cambiará jamás. La vuelta siempre es al mismo estado.
Sit tibi terra levis.
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