Hace
unos días cayó en mis manos un artículo que explicaba como
funcionaba una parte importante del entramado político de nuestro
reino. En concreto, el citado informe hacía referencia a un nutrido
número de personajes que maman de la teta del estado; los asesores.
Dejando de lado el número concreto de individuos e individuas que se
dejan la piel y su tiempo en donar sus sabios conocimientos a
nuestros mandatarios y en consecuencia a nuestra sociedad, la
cuestión estaba en la formación que tenía – o más bien no
tenían- los ilustres cuestionados. Por supuesto, este noble grupo
accede al cargo de turno sin pasar por algún proceso selectivo con
ciertas garantías de objetividad, lo que la casta política
tradicional denomina cargos de confianza y muchos pensamos que más
bien son cargos para la desconfianza.
Tampoco
debemos dejarnos llevar por la indignación -aunque echar un vistazo
a un telediario incite a la antorcha-, mejor sería establecer algún
tipo de elemento que permitiese el acceso a la voluminosa teta por
parte de otros miembros de la sociedad menos favorecidos. En
definitiva, sería darle una plenitud máxima y una madurez plena a
nuestra querida y amada Cleptocracia. Imaginemos, un recurso donde
los ciudadanos poco dados al arrastre, a la degustación de traseros
o carentes de familiares dedicados a la política, puedan también
tomar su trozo de pastel de este estercolero. Soy consciente de la
dificultad que supone poner de acuerdo a toda la casta política
tradicional para que suelten el mordisco de su presa. Pero seamos
optimistas, igual que se pusieron de acuerdo para cambiar la
Constitución con alevosía y nocturnidad, quizá también se pongan
de acuerdo en este asunto. Es decir, dejar algo para poder seguir
cogiendo.
En
nuestra querida localidad podemos ser pioneros. No sólo nos
conformaríamos con tener asesores para el alcalde o la diputación
-está última institución es referente por antonomasia de nuestra
Cleptocracia-, podemos ofertar otros asesores que además reflejarían
su trabajo en la ciudadanía. Un ejemplo. Hace unos días hablaba con
una amiga sobre el gran tabú de nuestra sociedad actual; la muerte.
Necesitamos alguien que conozca el tema y que lo vea con toda
naturalidad. Pues, tengo a esa persona. Mejor dicho, tengo a LA
PERSONA; "Campito". Este hombre conoce mejor que nadie los
duros momentos cuando la muerte golpea a los vivos. Asiste
continuadamente a cada uno de los funerales que se producen en
nuestro pueblo. Ofrece su apoyo a todos los familiares del difunto al
tiempo que desahoga sus lágrimas como un doliente más. Tendrá que
reconocer el avispado lector que la elección no puede ser más
acertada. Además debería de dotarse el cargo con algún nombre que
proporcione importancia al nuevo asesor. Algo parecido a "Asesoría
municipal para las relaciones con el más allá" o "Asesoría
para el diseño y aplicación de protocolos en el óbito".
Finalmente,
para finalizar toda esta sinrazón, entiéndase que también quiera
mamar de la teta. Así, por tener esta idea para el engrandecimiento,
estímulo y perpetuación de la Cleptocracia, requiero para mi
persona alguna asesoría. No se preocupen, no soy exigente. Me da
igual el tipo de asesoría, de todas formas tampoco es condición
sine quanon tener conocimiento alguno sobre la materia a asesorar.
Por lo demás, es consecuencia que cada vez este más de acuerdo con
esos cánticos que dicen; "esto es España y aquí hay que
mamar...", de la mejor teta -of course-.
Sit
tibi terra levis
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