HABEMUS PAPAM

Se han cumplido las oscuras previsiones para los habitantes del planeta. Los corderos del mundo nos sentimos descarriados. La renuncia de nuestro amado Pastor alemán, que hasta entonces nos mostraba los designios del señor, ha sido un jarro de agua fría para los humildes siervos y pecadores mundanos. Pero, tras la tempestad viene la calma, un nuevo enviado nos mostrará el verdadero y único camino. Tengamos esperanza.

Se me ocurre, aportar mi granito de arena a todo el asunto. Soy consciente que simplemente soy un infeliz cordero puesto a los pies de la vida. Aún así, nadie me puede quitar la ilusión de imaginar que soy un elegido para dar grandeza a la vida clerical. 

He pensado que el alcalde ponga en valor a nuestro loado pueblo. Para ello, ofrecerá a nuestra magnánima multinacional de la fe la posibilidad de celebrar el próximo cónclave en Morón. Imagínense. Mostraríamos al mundo las calles engalanadas para el acontecimiento, limpiaríamos las abundantes defecaciones caninas que las habitan actualmente, el Momo recibiría a los purpurados con los correspondientes fuegos de artificios y como no puede ser de otra forma sacaríamos nuestros santos en excepcional procesión. Todo ello, sin menoscabo de otras ideas que pudiera aportar los distintos miembros del rebaño.

Parece que lo estoy viendo. El salón de plenos sustituiría a los habituales pecadores  por los rollizos cardenales. Por supuesto, máximo respeto y rigor en el secreto de lo que allí se cueza. Nada de medios de comunicación, ni publico en general  y mucho menos contertulios o columnistas de este periódico -que después van largando los designios divinos por ahí-. 

Por otro lado, se producirá un efecto colateral con el desarrollo del evento. Me imagino que llegada la hora de dar a conocer si hay acuerdo o no para designar al nuevo pastor, se utilizaría el crematorio  para sacar el correspondiente humo blanco o negro según corresponda. Lo cual, produciría el efecto contrario al actual con tan espinoso negocio. Los  distintos miembros del Pepesoe tratarían de mostrarse como padres del polémico edificio. Por supuesto, pensando en el posible nombramiento de santidad como forma de agradecimiento por los servicios prestados. Respecto a este detalle, tengo el pálpito que tendría más posibilidades aquella persona encargada de facilitar la licencia de apertura, es una corazonada que tengo.

Para acabar pongamos la guinda del pastel, el orgasmo final -permítaseme utilizar la expresión-. Desde la torre de San Miguel, a modo de cardenal protodiácono, nuestro querido cronista local Juan Jose García sería el encargado de comunicar a todo el rebaño la buena nueva. Mientras, una muchedumbre enfervorizada lanzaría sus vítores y aleluyas por la esperada noticia. Llegado el momento, una atronadora ovación recorrería hasta el último rincón de nuestro pueblo al oír a nuestro cronista lanzar con su característica firmeza de voz”habemus papam”. 

Sit tibi terra levis.