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25 de febrero de 2013

ESTADO LAMENTABLE



Muchos de ustedes sabrán que soy hombre de ciencia. Mi profesión me obliga a trabajar bajo el prisma de la evidencia científica. Es decir, creo en el método científico y, como no puede ser de otra forma, trato de ponerlo en práctica. Pues precisamente es lo que he hecho con el debate del lamentable estado de la nación. 

No he visto prácticamente nada sobre el citado evento -sobre todo por motivos de higiene mental propia y para evitar que mis hijos me sorprendan viendo semejante pornografía en la tele-. Aún así, seguro que acertaría prácticamente la totalidad de los temas tratados y los argumentos esgrimidos por cada uno de los cenutrios que allí pastan. Todo ello demostraría la teoría que explica que se trata de un tinglado montado  para nada, donde todo es previsible y nada es susceptible de cambiar.

Dicho lo anterior, supongo que habrán tratado distintos y variados temas. En los casos espinosos nadie asumirá responsabilidades -la tradición es la tradición- y aparecerá el recurrido escudo del “tu, más” o “la culpa es del gobierno anterior”. Todo el floripondio se adereza con la chusma del hemiciclo abucheando o aplaudiendo según les indiquen e incluso, en ocasiones, se despachan golpeando los estrados a modo de clase de parvulario. Eso si, si algún ciudadano invitado dice esta boca es mía, rápidamente es expulsado del recinto -quien coño se creerá que es el pueblo para interrumpir a nuestros ilustres políticos-.

Lo peor es la sensación que nos queda. Sobre todo por nuestros padres. Ellos  vivieron un régimen dictatorial con todo lo que conlleva y vivieron con esperanza la transición, sería la forma de vivir la democracia con mayúsculas. Pero, por desgracia, han visto en estos años que todo ha sido una farsa, una enorme farsa. Las élites de antaño son las mismas de ahora, los ciudadanos cada vez disponemos de menos recursos para defendernos de esta jauría insaciable y la palabra democracia esta pisoteada en nuestro país. Todo lo que toca la casta política tradicional suele dejar un insoportable hedor.

No obstante,  evitemos dejarnos llevar por el pesimismo, lo último que debemos hacer es desfallecer. Cierto es, el patio esta para rociarlo con queroxeno y arrimarle una cerilla. Nuestras élites se han pasado tres pueblos y durante mucho tiempo han estado robándonos por encima de nuestras posibilidades. A pesar de todo, como digo, puede existir luz al final del tunel, una llama de esperanza. A lo mejor, alguna divinidad toma cartas en el asunto y envía una tormenta de honradez a nuestros mal llamados representantes.

Ahora, empezaremos a oír sobre medidas y leyes para evitar los abusos. Me parto y me rilo por el suelo de la risa que me da. La bazofia cree que puede seguir mintiéndonos. Acaso nos vamos a tragar que con publicar en el BOE una nueva ley es suficiente. Si después no hay quien las cumpla. Cuando nuestros políticos tradicionales sean capaces de hacer cumplir la Constitución, entonces empezaré a creer en esta democracia. Hasta entonces, todo lo demás me parecen apariencias y decorados montados para beneficio de los mismos de siempre. Lo dicho, un lamentable estado de la nación.
 
Sit tibi terra levis.

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