Se acabó lo que se daba. La feria echó el cierre. Comienza la vida en Morón. Tendrán que reconocer que en nuestro pueblo todo empieza a normalizarse con el final de nuestra fiesta grande; los niños vuelven al colegio, algunos terminan las vacaciones, la prima de riesgo se estabiliza y los políticos tradicionales de nuestra localidad siguen deleitándonos casi a diario.
Ahora, durante esta semana se establece el mayor de los debates entre los moroneros: ¿ha habido más gente en la feria este año o en años anteriores? Este trascendental asunto centrará las tertulias en bares, carnicerías, peluquerías y corrillos de jubilados junto a las obras. -Oye, Maripuri has visto que poca gente había por el real- -para nada Maripili, las casetas estaban llenitas-. Habrá opiniones para todos los gustos y cada uno verá la cuestión desde su propia óptica. Unos pensarán que la feria está en decadencia y que la gente paseando por la Alamenda no era más que un nutrido grupo de extras contratados por la casa consistorial, lógicamente para un mayor enaltecimiento de la fiesta. Otros, lo ven distinto, piensan que la feria es un acontecimiento en expansión, tanto que en estas fechas vas a algunos hoteles de Islantilla y parecen casetas de feria repletas de gente de Morón.
Dejando de lado el atractivo debate, lo que está claro es que en pocos días volvemos a la normalidad. Desgraciadamente, la normalidad nos lleva a pensar que los tiempos difíciles no tienen fin. Más bien parece que la situación empeorará -por supuesto para los mismos, faltaría plus-. Para eso tenemos a esos cabezas pensantes que nos dirigen. Aunque siempre debemos tener esperanza, quien no ha tenido la ilusión de pensar que una mañana de luminoso y radiante cielo, vas caminando y notas una ligera brisa, de repente la brisa torna en un abrasador aire y...¡catapúm! Una lluvia de hongos nucleares se alzan por todos los lugares y rincones de esta mierda de imperio que nos está quedando. Maravilloso, desde Trafalgar a Finisterre todo arrasado; kaputt, finito, a tomar por culo la bicicleta. Porque no piense el sufrido lector que el asunto tiene mucho arreglo. No me canso de decir que con echar una mirada al pasado veremos como la situación se repite una y otra vez, por supuesto con los mismos beneficiados.
A todo esto, nuestro pueblo puede redimirse, ser un oasis en todo el estercolero. Con el nuevo curso político seguro que se dará solución a nuestros problemas y preocupaciones; el problema del crematorio se solucionará, se pondrá la primera piedra para el hospital comarcal de Morón -qué digo comarcal, nacional, mejor aún, internacional, o mundial, que va, intergaláctico-, nuestro alcalde publicará la tan ansiada auditoría como ejemplo de la tan agitada bandera de la transparencia -entiendo que algún lector se muestre incrédulo hasta términos insospechados en este punto-, los moroneros no pagaremos más dinero que otros por pasar la ITV y si me apuran quien sabe si quedarán fuerzas para restaurar el castillo o dejar de privatizar escuelas deportivas.
Bueno, como creo que todo lo anterior no se pueda realizar, a lo mejor no nos libramos de la hecatombe nuclear como solución al chiringuito que se han montado. Entonces sólo pido por razones más que obvias, que se salve la perfumería del Pozo Nuevo, sería un gran consuelo para el fin de fiesta.
Sit tibi terra levis.
las cosas siempre vana a mejor... :)
ResponderEliminarUn saludo para el blog!
Excepto lo que va a peor.
EliminarSaludos.