La
piel se pone toda erizada, un nudo en el estómago nos impide tomar
alimento. Tenemos la mirada desenfocada, hacia el infinito. Cuando
nuestros semejantes nos hablan, oímos pero no escuchamos. En
definitiva, hay reconocerlo, tenemos miedo, mucho miedo. Se acerca un
nuevo consejo de ministros. Nuevas medidas nos acechan para jodernos,
todavía más, la vida.
Mientras,
la selección, la roja -por cierto, me imagino la grima que
proporcionará dicha denominación a más de algún melancólico de
tiempos pasados- arrasa en Europa. En Morón, como en otros sitios,
se montó la fiesta. Cada uno lo celebró como pudo. Unos tocaban el
pito, otros tocaban el claxon. Algunos se montaron en el pollo,
algunas se montaron en la hembra -apréciese, que no tengo intención
ninguna de crear polémica sexista, supongo que también habría
genero masculino montando a la fémina-. Vamos, que cada cual vio el
repaso a los carbonaras y después a disfrutar como pida el cuerpo.
Entre
tanta fiesta, como no puede ser de otra forma, existen los clásicos
cantos. Estos cánticos aderezados convenientemente con una cantidad
apreciable de caldos enólicos varios, provoca la exaltación fácil
y, también hay que decirlo, el normal aprovechamiento de los malos
cantores para camuflarse en la multitud. Existen gran variedad de
letras, unas más elaboradas y otras no tanto. Por ejemplo, la letra
del himno, debería haberse hecho cargo de su composición alguien
con mayor amplitud verbal. Tanto lalalá me hace inevitablemente
rememorar a la Massiel entonando su clásica copla con una copita en
la mano. Después hay toda una gama de sonetos para producir el ánimo
en los jugadores, aunque estén jugando a cientos de kilómetros del
bar donde la gente los cantan, algo llegará supongo. Pero, existe
uno en especial que me atrae enormemente. Me despierta una curiosidad
desmedida. Es ésa que dice “yo soy español, español,
español”(bis). Lo admito, no es que la letra sea un portento
lingüístico ni nada por el estilo. Pero, asomémonos al abismo del
trasfondo que puede tener.
Me
explico. Podemos referirnos tan solo al hecho de pertenecer a la
misma comunidad que nuestros maravillosos deportistas. Es decir,
podernos identificar con Nadal, Alonso, Iniesta o Jorge Lorenzo, no
sólo es justificable, en muchos casos hasta debería ser
practicable. El problema puede venir metiendo en el mismo saco a
políticos tradicionales, la iglesia, banqueros, algún que otro
juez, a Belén Esteban y un larguísimo etcétera. Imagínense al
guiri de turno viendo como una muchedumbre canta la copla y se piensa
que la gente se enorgullece de pertenecer a unos de los mayores
estercoleros europeos. Precisamente, como decía al comienzo de la
columna, la cercanía de nuevos consejos de ministros, me da cierta
urticaria. Por tanto, tampoco puedo evitar plantearme si sería mejor
cantar “yo soy alemán, alemán, alemán” (bis). Vale, eliminados
en semifinales por los carbonaras, pero con una prima de riesgo
envidiable y sacándole toda la sangre posible a más de media
Europa. Pero en el fondo soy un sentimental y un optimista. Como
tenemos estiércol de sobra, siempre tengo la esperanza que algún
día esta tierra sea un hermoso jardín. No lo veré con mis propios
ojos, espero que los vienen detrás lo vean o al menos lo presientan,
que no es poco.
Sit tibi terra levis.
Machista
ResponderEliminarJa,ja,ja. Me encanta el sentido del humor de los lectores.
EliminarGracias por escribir.
Pues yo no le veo la gracia
ResponderEliminarSi no es una broma.Dígame en donde hay alguna referencia machista.
Eliminarmarcos,hoy este comentario no es para tí,es para un compañero que escribe en el diario ,pero como no he podido trasladarle mi opinion en su blog,(no tengo cuenta en ninguno),espero que le traslades mi comentario:yo lo unico que quiero,es enterrar a mi abuelo en un cementerio,y,no dejarlo en una cuneta¿tan dificil es entendelo? a mí la politica me la suda,en una guerra perdemos todos,y,tú estas quedando como alguien rencoroso y amargado,queda con dios que te hace falta.MARCOS perdona por el marrón en que te he metido,gracias.
ResponderEliminarEstimado anónimo:
ResponderEliminarSiento decirte que actualmente no tengo contacto con los otros columnistas. Si tengo oportunidad de trasladar esta opinión lo haré.
Por otro lado espero que algún día puedas cerrar la biografía de tu abuelo. Nadie, absolutamente nadie, merece un final así.
A la persona que desea para su abuelo un entierro digno, puedo decirle que la autora de los artículos a los que se refiere la encontrará en el comercio que ella posee en Pozo Nuevo, 2, "C. Gallego". Al frente de este negocio está ese "alguien rencoroso y amargado" que él define.
ResponderEliminarNo me gusta que este blog sirva para crear polémica con otros columnistas. Yo respondo de mis opiniones, pero si alguien quiere decir algo de otros columnistas que se pongan en contacto con la dirección del periódico y se lo haga saber.
ResponderEliminarGracias