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2 de julio de 2012

LOS MALOS SIEMPRE GANAN


Estamos acostumbrados a ver a los forajidos morder el polvo. El héroe de turno consigue hacer pagar a los malvados las fechorías cometidas. Lastima que sólo ocurra en el cine. Una pena. La realidad se nos muestra con una exasperante decepción. Los malos suelen ganar y para colmo, en no pocas ocasiones, los inocentes son culpabilizados.

Un ejemplo. Para todo ser vivo de este estercolero, con presencia neuronal, los culpables de la situación actual son los banqueros y los políticos tradicionales. Los primeros son villanos profesionales; dan el golpe, cobran su millonaria indemnización y callan. Los segundos, se ofertan como personas honestas, toman la poltrona y tapan sus miserias e ineptitudes culpando a otros. Aunque a veces ocurre que se les acaba el margen. Cada vez queda menos gente para echarle la culpa de este desaguisado. Al principio, no existía la crisis, recuerden ese Zapatero declarando con gran seguridad -nuestra economía es un trasatlántico-. Al cenutrio se le olvidó apostillar que se refería al Costa Concordia, hundido hasta el mocho. Después llegó Rajoy, “pinocho” para los amigos. Llego al sillón a base de mentiras, con un programa oculto para los votantes. Primero le echaba la culpa a la herencia socialista -algún día habrá que explicar como la palabra socialista ha perdido su significado-. Pasado un tiempo, la culpa era de la incertidumbre griega. Posteriormente a que no nos daban viruta para la banca. Cuando nos dan la viruta, un poco de paciencia, debíamos esperar algunos días. Pasado los días teníamos que esperar a las elecciones griegas. Cuando ganan los que ellos quieren, ya no saben a quien largarle el muerto y como siempre, los trabajadores de la administración pública somos unos vagos y debemos de esforzarnos en sacar adelante la mierda de país que están dejando. Yo, en mi humilde opinión, les propongo que culpen a la caprichosa alineación de Júpiter con alguna luna de Saturno y la bisectriz que forma con el planeta Tierra. A lo mejor, ellos mismos se lo creerían.

Pero los políticos tradicionales no ponen límites a los culpables. A los trabajadores de la administración pública y a los manifestantes del 15-M, ahora se les une otro gremio para denigrar sin miramientos; los mineros del carbón. Otros malvados a la lista de traidores de la patria. Más carcoma que está llevando nuestro noble imperio al abismo. Hace unos días, en una tertulia radiofónica, declaraba un iluminado de la política -los mineros no pueden pensar en conservar sus privilegios de forma vitalicia- En ese momento, espurreé el café que tomaba, la carcajada casi me hace atragantar. El caradura, hablaba de privilegios. Claro, para el soplapollas, jubilarse a los cuarenta y cinco tacos es un privilegio. Un privilegio para alguien cuya vejez raramente llega. Un privilegio para alguien cuyo enfisema pulmonar en el mejor de los casos o el cáncer de pulmón en otros es la moneda habitual a cambio de su trabajo. Se me viene a la cabeza el libro de Daniel Montero, La Casta. Verán lo que es tener privilegios en este puñetera monarquía bananera.

Pero, el avispado lector, seguro que habrá atado cabos. Cuál será el fin último y la obsesiva misión de esa casta política para acabar con las minas de carbón. Muy fácil, tener unas navidades felices. Imagínense, sus majestades los Reyes Magos de Oriente, no les podrán regalar todo el carbón que se merecen. Hasta eso, tienen controlado. Los malos siempre ganan, a costa de los inocentes, por supuesto.

Sit tibi terra levis.

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