Hago
verdaderos esfuerzos para cambiar el tercio de esta columna. Intento
no escribir sobre los partidos y políticos tradicionales -algún día
explicaré para aquellos que me preguntan porqué digo lo de
tradicionales-. Pero, es imposible. El pozo en el cual nos han metido
y en el cual nos enterrarán, hace que no pueda evitar comentar sobre
esta chusma que nos ha tocado sufrir. Lo de esta semana ha sido muy
significativo. Ver lo ocurrido en el congreso nos hace tener una idea
clara de la bazofia que dicen representarnos, aunque es evidente,
esta bambarria que allí se reúne no son capaces de representarse a
sí mismos.
Dejando
de lado el puteo constante a trabajadores y parados, existe otra
lectura destacable de toda esta malparida. Es decir, el fondo cabrea,
las formas incendian. No me negaran que estos mamacallos se están
especializando en soliviantar los ánimos. Que se dediquen a fulminar
cualquier atisbo de bienestar de los ciudadanos de a pie ya te
sacude los nervios, pero la guinda la ponen cuando encima se ríen de
la plebe. Pero, no crean que hay mala intención. Posiblemente sea un
nuevo acto para buscar la salubridad de la ciudadanía. Para todos
aquellos que acostumbren a ver telediarios mientras comen, es una
forma de hacer dieta. Te sientas, y con la primera cucharada te sale
la Aguirre pitorreándose de los mineros que se quedan en la puñetera
calle. Claro, hasta el más tranquilo empieza a echar espumarajos por
la boca, con lo cual comienza nuestra dieta salvaje para conseguir un
cuerpo diez. Por cierto, la individua gasta una dureza facial
inversamente proporcional a la vergüenza que posee. Venir a decir
que el número de manifestantes no representa a nadie, cuando
defiende a un gobierno legal pero cada vez más ilegítimo, es de una
vileza suprema. Porque acceder al poder diciendo una cosa y después
hacer lo contrario, no creo que sea muy legítimo y mucho menos
representativo.
Si
el ciudadano sigue dejándose llevar por la gula, se toman medidas
contundentes. Lo que le sigue hace posible llegar incluso al vómito.
Ver ese congreso aplaudiendo la aprobación -otra vez- de medidas
injustas y mezquinas contra los mismos, aderezado con un “que se
jodan”, nos muestra como el español es hijo de la gran puta por
naturaleza. Disfrutamos más con el mal ajeno que con nuestro propio
bien. Por supuesto, la gonorrea que habita el hemiciclo no es una
excepción, más bien parecen destacados ejemplos para confirmarlo.
Mientras, Rubalcaba, le responde pasándole la mano por el lomo al
Rajoy, una oposición vainilla. Así no se enfada nadie. Algunos de
esos gaznápiros han justificado el aplauso. Vale, muy bien. Me
imagino el siguiente escenario: sala de consulta médica. El equipo
médico compuesto por dos o tres galenos, dos enfermeras y una
auxiliar presencian como el jefe del equipo se dirige a alguna de sus
señorías palmeras; “señor diputado, padece usted una enfermedad
incurable, posiblemente no le quede mucho tiempo de vida”.
Mientras, el resto del equipo, irrumpe al final de las palabras con
un sonoro y sentido aplauso ¡plas, plas, plas! De fondo, una de las
enfermeras, llevadas por lo emotivo de la situación hace brotar de
su boca “que se joda”. Más aplausos ¡plas, plas, plas! Vamos,
quien se iba a enfadar por semejante banalidad. No es más que un
gesto de apoyo.
Definitivamente,
bomba nuclear aparte, esto no tiene arreglo aparente. Por tanto y
devolviéndoles el respeto que nos ofrecen les digo; Políticos
tradicionales del mundo, uníos e iros a la mierda, nos haréis un
gran favor.
Sit tibi terra levis.
Los únicos buenos son los de AMA-Morón
ResponderEliminarPienso que AMA juega con una importante ventaja, no tienen que responder ante estructuras superiores como los partidos tradicionales. Además los representantes en el ayuntamiento son simplemente portavoces de sus asambleas y sólo responden ante ellas.
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