Estoy hasta el periné, me cabrea enormemente la habitual expresión que los corderos de este rebaño hemos asumido como verdad absoluta. Todo ocurre cuando alguien te pregunta si estás trabajando. La cagamos, defecación total. Como la respuesta sea afirmativa ya puedes ir preparándote, te soltará un ya clásico "tienes suerte". A veces, incluso, la respuesta afirmativa se realiza casi pidiendo perdón. Los ciudadanos deberíamos tener clara una cosa. Tener trabajo no es una suerte. Tener trabajo es un derecho. La suerte es otra cosa; una primitiva de seis aciertos, Mourinho se vuelve simpático y cae bien o que la baronesa Thyssen se encoñara conmigo. Pero pensar que el trabajo sea un capricho de la diosa fortuna es una forma de dar vía libre a las mayores de las injusticias sociales. Desgraciadamente, este pensamiento está echando raíces en los ciudadanos, como un símbolo distinción en esta tan selecta crisis.
Por otro lado, se supone que esta crisis la estamos sufriendo todos. Aquí, el tema se vuelve insoportable y uno recuerda a muchos cadáveres de personajetes que pasan horas en tertulias televisivas o sentados en escaños del parlamento (si van). Sobre todo, cuando hacen referencia a la necesidad de las subidas de impuestos o de ofrecer nuestro dinero a los que lo derrocharon antes. Hace poco leía un artículo en el cual indicaba como la Rolls Royce batía su record de ventas el pasado año. Un claro ejemplo de lo jodida que está la cosa. Quizás este dato se deba a que los ciudadanos han cambiado sus gustos, dejaron de pagar las hipotecas de los pisos y prefieran vivir en un cochazo. Ante todo glamur, mucho glamur.
Por último, está la parte trágica. Esos banqueros lanzándose al vacío desde las azoteas. Incapaces de soportar tanta crisis y para colmo esas jubilaciones raquíticas que tienen las criaturitas. En algunos casos sólo llegan a cincuenta y seis millones de nada. Vamos para tirarse desde la azotea o desde la torre de San Miguel.
Miedo me da la que se nos viene encima. Las elecciones andaluzas serán un escenario fantástico para escuchar gilipolleces sobre la crisis y sus soluciones. Más de un cagatruños intentará convencernos para poner su nombre en la papeletita. Por supuesto apelando a la democracia, al estado de derecho y al bienestar social. Lo que deberían de poner de moda es ir puerta por puerta pidiendo el voto. Me parto y me mondo de imaginarme las veces que serían mandados a hacer puñetas en el mejor de los casos. También puede ocurrir que el ministro Montoro apruebe una ley para condenar a los derrochadores de la viruta pública, con lo cual las listas de los partidos se queden vacías. Explíquenle a sus señorías que quien se gaste la guita alegremente puede acabar a la sombra y en un par de meses vemos a un chino alquilando el congreso de los diputados para poner un todo a cien.
Sit tibi terra levis.
EN ESTOS TIEMPOS QUE CORREN LO DIFICIL ES SACAR UNA SONRISA. Y AQUI USTED ME LA HA SACADO. MUCHAS GRACIAS.
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