Se acabó la trilogía sobre la navidad. Cuando estén leyendo este artículo, más de uno todavía tendrá la cena de nochebuena pateándole el estómago. Esa cena tan especial, en muchos casos me recuerda una peli titulada; el cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, del genial Peter Greenaway. Después, durante varios días, los criaturos estamos comiendo las sobras de tan excesiva noche. Esta situación suele provocar una fatiga crónica tendente a ir desapareciendo días después de reyes. Como este año he sido muy bueno, al menos eso creo, me voy a permitir dirigirme a sus majestades los reyes magos de oriente. En principio, no quiero nada directamente para mí, ni presentes materiales. Mis deseos van más allá de la vanidad y el puro consumismo. Lógicamente, como ni soy perfecto ni busco la perfección, permítanme que mis deseos redunden en mi persona.
Lo primero; estimadas majestades, me gustaría ver un ayuntamiento, el de Morón, que tuviera transparencia. Donde los ciudadanos pudiéramos participar en las decisiones y supiéramos donde se funden la virutilla los políticos. Soy consciente de la dificultad y si me apuran diría la imposibilidad. Por ello tengo un plan alternativo. Supongo, puede ser más fácil aplicar esa transparencia a los dirigentes. Me explico, si estos dirigentes fueran transparentes, no serían visibles, por tanto, no tendríamos que cruzarnos por las calles con ellos y en consecuencia nuestras coronarias mejorarían sustancialmente.
En segundo lugar, me gustaría que pusierais fin al desprestigio de la clase política tradicional. Ya sé que la petición es harto difícil de cumplir. Aquí también tengo plan alternativo (no dirán sus exóticas majestades que no pongo interés en poner la cosa fácil), para ello, no quiero que desaparezca la corrupción de golpe y porrazo. Me conformo tan sólo con la apariencia, esto es, que los políticos parezcan honrados –ojos que no ven corazón que no siente-.
Por último, me gustaría alguna vez, ver la vida como las películas. Donde los villanos pierden sus duelos mientras los buenos con algunas heridas sangrantes se giran y besas a la chica apasionadamente. Esta petición me hace especial ilusión. Espero que sus majestades me den el gustillo alguna vez. Quizá, esto último me hiciera cambiar la percepción que tengo sobre la pocilga en que están convirtiendo este barco. Donde los malos, algunos muy malos, salen de rositas de sus canalladas, fechorías y desmanes, siendo lo peor, la facilidad para mofarse de sus víctimas (en numerosos casos suelen hacerlo cada cuatro años).
Como pueden ver sus altezas, son tres deseos. Así cada una de sus majestades tiene un trabajo por hacer y no haya escusa para aplicar un ERE a la empresa. Soy consciente de mi escasa fe, por esa parte también me puedan catalogar como villano, pero tampoco quita la posibilidad de realizar alguna jaculatoria para conseguir alguno de estos deseo. Si así fuere, comuníquenmelo vía email y me pongo manos a la obra.
Sit tibi terra levis.
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