Esta semana me niego a tocar el tema de las elecciones y quien las ha ganado. Lo único claro, es que hasta las próximas elecciones no se nos preguntará nada de nada. Seguiremos siendo ceros a la izquierda, unas mierdecillas flotando en la inmensidad del mar. Lo siguiente que voy a relatar puede parecer mentira, un embuste mayúsculo, una trola como la iglesia de San Miguel. Pero tengo un as en la manga, poseo los testigos para contrastar los hechos siguientes:
Día gris, concretamente gris oscuro. Nos disponemos adecuadamente en los asientos del coche. El grupo de personas que viajábamos ese día hacia la ciudad de Ronda, lo hacíamos con tranquilidad, sin prisas, sin pausas, sin tiernos infantes rompiendo la música de fondo. En el camino, comienzan a caer las primeras gotas de lluvia. Mientras, me aflora un cierto pálpito, una sensación de algo distinto que puede ocurrir. Mis sensaciones se cumplieron unos minutos después. Llegados a esa hermosa ciudad tuvimos un pequeño extravío. Es lo que tiene no confiar totalmente en la estridente voz del Gepeese. Desde el fondo de la calle, se acerca un hombre de mediana edad, camina sin paraguas, soportando con entereza la fina lluvia, no lo hace apresuradamente, más bien con cierta parsimonia. Cuando llega a nuestra altura, el conductor de nuestro vehículo desciende la ventanilla. “Por favor, ¿me puede decir dónde está el hotel reina Victoria?” El hombre no hizo ademán alguno de contrariedad por tener que soportar más tiempo la lluvia. Oteó el horizonte, suspiró e indicó con una claridad mayúscula la situación concreta del hotel perdido. Desde el interior del coche, se le agradeció convenientemente la ayuda prestada. Fue entonces cuando ocurrió, el hombre sin darse importancia alguna nos despidió diciendo; “que tengan muy buen día”. Todos notamos como el tiempo se ralentizó. Creí ver incluso, un cierto temblor en las piernas a la hora de manejar los pedales en el conductor. Estuvimos unos minutos en silencio. Cuando recobramos la realidad, comentamos sorprendidos cómo todavía existía alguien educado en este país. Aquella situación nos alegró el fin de semana, las nubes dieron paso al radiante sol y en el fondo de nuestros cerebros pensamos quizás esta sociedad está cambiando.
Como digo, los días en aquella villa fueron fantásticos. Durante el camino de vuelta, conversamos animadamente sobre aquel misterioso caballero, sobre detalles de su biografía, imaginamos su profesión, su familia. Discutíamos animadamente sobre sus preferencias musicales cuando llegamos a Morón. A la altura de la rotonda del Gallo, convenimos su afición a la música clásica. Entonces, un conductor despistado a punto está de impactar su vehículo con otro conducido por un joven. El chico visiblemente nervioso baja la ventanilla y le dice; “me cago en tus muertos, so cabrón”. Los hechos nos volvieron a la cruda realidad, hay cosas sin arreglo.
Sit tibi terra levis.
Tipico izquierdista que le gusta pasar las tardes de verano tirado en su hamaca del club privado cantarranas, y los fines de semana en el Reina Victoria de Ronda, un HUSA de 4 estrellas para los que les gusta vivir bien y escribir sobre el sistema y el capitalismo en una pagina de noticias de su pueblo. asi son todos.
ResponderEliminarJA,JA,JA Típico comentario de los cobardes que hablan desde el anonimato. Y también me gasto pasta en visitar museos, obras de teatro y muchas cosas más. No trato de ser ejemplo para nadie, sólo doy mi opinión.
ResponderEliminarUn apunte más. En verano estuve en EuroDisney, posiblemente un simbolo capitalista y me lo pase del carajo.
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