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13 de noviembre de 2011

CONTINUA EL ESPECTACULO

Ya queda menos para acabar la campaña electoral. Esperemos que pase pronto. La pasada semana tuvo lugar el tan esperado, por algunos, debate. La verdad, no me molesté en verlo ni un miserable segundo. Sabía lo poco que me iban aportar los individuos en cuestión. Lo que me pone de verdad, viene después cuando sale a la luz pública esos sondeos en los cuales nos muestra el ganador según quien haya realizado el susodicho estudio. Tengo entendido, según parece, que ganó el de las barbas, ¡coño pero si los dos tienen barba! Mejor, así muestro la más escrupulosa de las neutralidades, no sienta nadie herido su orgullo politiquil.

Creo recordar en otras elecciones pasadas, la amenaza de mi chica favorita, la Belén Esteban, la cual, parece que amagó con ser candidata. Para estos comicios hubiera tenido su puntito y culturalmente no tendría que desmerecer a muchas de sus futuras señorías. Además, rilaría por el suelo de la risa con los resultados. Obtendríamos una idea, meridianamente clara, para saber cómo está este país. Es decir, tendríamos argumentos de peso para comenzar a meter fuego en Finisterre y acabar en Trafalgar. Aunque pensándolo bien, creo que la chica no es culpable para semejante estropicio, los actuales politiquillos son los verdaderos instigadores para que muchos ciudadanos pensemos en tan pirómana idea. Me imagino la cara de tonto de algunos, abanderando no se qué seriedad democrática, defendiendo las instituciones para evitar la entrada de la criaturita de la nariz operada (por cierto, con ayuda de un ladrillo se lo hubiera hecho mejor). Pero en el fondo, como siempre ocurre, estos políticos no suelen ver más allá de sus grotescos caretos. En vez de ponerse manos a la obra para regenerar la vida política y hacer crítica sobre sí mismos, volcarían sus esfuerzos en intentar desgastar a la famosa en cuestión. Me juego el cuello, ninguno sería capaz de leer entrelineas para saber que la gente está hasta el contenido del saco escrotal de esta chusma política.

Resultaría, en definitiva, una lección para esa élite, vividores por encima del bien y del mal. Los dejaría con la trasera al aire y sobre todo, los dejaría a la altura de un mojón. Me refiero, como no puede ser de otra forma, a la señal permanente que se pone para fijar los linderos de heredades, términos y fronteras. Aunque, cierto es, para algunos más selectos, quedarían a la altura de la acepción más escatológica. Dicho todo esto, espero el paso rápido del tiempo, mis asaduras no soportan tanta hipocresía, mentiras y falsas apariencias de los candidatos en esta época. El miedo vendrá el día después, cuando empiecen a vomitar las verdaderas acciones. Ya que, gane quien gane, mucho me temo que tendremos motivos sobrados para sentirnos profundamente jodidos. Tiempo al tiempo.

Sit tibi terra levis.

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