Señoras y señoros, damas y damos, caballeros y caballeras, personas y personos, criaturas y criaturos en general. Agárrense, vienen curvas y vaya curvas. Comienza el mayor espectáculo del mundo; las elecciones (en este momento el avispado lector debe imaginarse de fondo las notas musicales de la cabalgata de las valquirias).
Ahora, nos quedan por delante unos días donde podemos escuchar todo aquello que nos gusta. El paro se va a reducir, vamos a pagar menos impuestos, la crisis se va a solucionar, los proabortistas tendrán lo que quieren, los contraabortistas tendrán lo que quieren. En definitiva, quien no se conforma es porque no quiere. Todos los partidos despliegan sus arsenales en busca y captura del voto. Resulta irónico, si me permiten, incluso tragicómico. Esos mismos partidos durante cuatro años hacen y deshacen a su antojo, ahora requieren de nuestra voluntad para seguir haciendo y deshaciendo… a su antojo.
Es momento de tirarse a la yugular, aparecen como enemigos irreconciliables, a menudo utilizan la vulgaridad y el insulto. Se lanzan improperios variados y lo mejor; “yo tengo algún corrupto pero tú más que yo”. El partido del pajarito y el de la maceta en la mano, se ofrecen como salvadores auténticos del estado de bienestar o malestar, o lo que sea esto. Aparentan ideas confrontadas, pero no dudan en besarse en la boca (con lengua y todo diría yo) cuando algún asuntillo les perjudica o les beneficia a ambos. Creo que ellos les llaman interés general o algo así. Esa debió ser la causa por la cual se cambió recientemente la Constitución y a mí no me preguntaron ni mu.
Me encantaría presentarme a presidente alguna vez, entraría por la alameda repartiendo halagos y saludos, a las viejecitas les besaría y me besarían como sólo ellas saben hacerlo, rápida y repetidas veces. Traería la buena nueva. Moronenses y moronensas; no voy a construir un hospital… (aquí dejaría unos segundos de silencio) voy a construir dos. Mientras una muchedumbre enfervorizada grita de alegría. También voy a restablecer el derecho de pernada (el audaz lector me excuse, dios me libre de desear la mujer del prójimo). Contrariamente a lo que muchos creen, el derecho de pernada no consistía en llevarse al huerto toda doncella casadera. Se refería al pernil, al muslo de cerdo. Yo, como buen amante del jamón, no puedo resistirme a que la plebe me obsequie con este manjar. A poder ser, de pezuña negra y derrochando jotas por los cuatro costados. Bueno dejaré de volar con la imaginación, vaya ser que escriba todo mi programa electoral y me usurpen tan maravillosas ideas. Estos grandes partidos tienen ojos en todas partes.
En definitiva, es tiempo para que nos rieguen los oídos. Habrá ilusos, tanto por un lado como por otro, creyendo lo que dicen y lo que les dicen. Para otros simples mortales como yo, sea el pajarito o la macetita, todo será igual. No piensen mal, estos ilustres representantes están para servirnos lo mejor posible y para nada tienen en el pensamiento apoderarse de aquello que no les pertenece. Me refiero a la presencia de barba en ambos candidatos, por eso será igual pajarito o macetita.
Sit tibi terra levis.
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