Hace poco, mientras visionaba las fotografías ganadoras de los premios Pulitzer, percibía como el futuro, generalmente lleno de esperanzas para el más común de los mortales, no existe para muchas personas de este jodido planeta. Pienso que la raza humana no tiene arreglo, posiblemente los llevemos marcado en la sangre. El elevado nivel de hijogramputismo está incluido en nuestra cadena genética. Parece que gran parte de los homo sapiens tienen como hobbies darle pasaporte a la otra parte, pero no se trata de quitar de en medio y punto, hay que hacerlo con saña, dándole una buena dosis de sufrimiento. Observaba las fotografías, en todas las décadas aparece, al menos una, relacionada con el hambre en África. Es decir, en los últimos cien años, no ha habido dirigentes en el mundo capaces de dar de comer a los hambrientos. Mucha Naciones Unidas, con sus distintas factorías para limpiar conciencias, que si la agencia para el refugiado, la de la agricultura y el alimento, los fondos para la infancia y cuatropecientos programas que se suponen darán solución a tan penoso asunto. Al final todo sigue igual, tan solo hay una cosa que cambia, el rostro de los hambrientos y los moribundos, porque afortunadamente para ellos sólo se vive y se muere una vez.
Cada cierto tiempo, los noticiarios, nos sacuden nuestras seseras con las imágenes de unos niños caquéxicos, comidos por las moscas y con la mirada perdida. Esa mirada singular, presente en los que saben que van a morir, quizás porque esos ojos no sean capaces ya de ver la vida. Pero los ciudadanos del llamado primer mundo, lo tenemos todo controlado. Para no tener que tomar unos chupitos de tranxilium a la hora de irnos a la cama, pues tenemos todo un arsenal de oenegés a las cuales les proporcionamos unas míseras cantidades del dinero que nos sobra y asunto solucionado. Quien tiene la suficiente testiculina para decirme a mí que no hago nada por los negritos de África, perdón, por lo niños de color de África, que seguro que hay algún imbécil que me diga que el término negro es peyorativo y poco lisonjero.
Afortunadamente, supongo, esos hambrientos del mundo no tienen acceso a la información como nosotros, me explico, no conocerán la cantidad de inútiles, chorizos, hipócritas, demagogos, vividores, meapilas, analfabetos, cenutrios, corruptos, lerdos y zoquetes que se lo montan a costa de ellos. Si lo supieran, cuando van al campamento de acogida para hacerse la fotografía rodeados de madres con esqueletos en sus brazos, alguna se levantaría y con la poca fuerza que le quedara, le daría lo que se merecen, cuanto menos, una buena patada en los bajos mientras el traductor le comenta; “dice la señora moribunda que se vaya con sus santos muertos, cabrón… o cabrona”.
Sit tibi terra levis.
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