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26 de septiembre de 2011

CADA AÑO IGUAL


Nada ha cambiado, comienza un nuevo curso y los tiernos infantes desfilan hacia los colegios alborozados y envueltos en esa inocencia que tanto se nostalgia en la edad adulta. La estampa se repite año tras año, curso tras curso, lo único que cambia son los personajes a los cuales el tiempo les añade de una u otra forma su canalla sentencia.
Pero lo que no cambia jamás es la situación de los colegios, edificios en su mayoría de la época neolítica, medios escasos por no decir  ausentes en  muchas ocasiones y un sistema educativo que hace aguas sembrando de náufragos el mar del fracaso escolar. Además para ponerle la guinda al pastel le añadimos el actual linchamiento social dirigido desde algunos sectores políticos hacia el profesorado, un intento para denostarlos  en los que no se escamotean esfuerzos por dejar el trabajo de los maestros a la altura del bitumen y catalogarlos cuanto menos de vagos recalcitrantes.
Un ejemplo; cuando veo el colegio Reina Sofía, la situación se vuelve de lo más lacrimógena; el patio se caracteriza por un vistoso empedrado tupido de una fina capa de piel de rodillas de los escolares, carencia prácticamente absoluta de mobiliario infantil y ausencia de sombra para cuando el Lorenzo aprieta. Estos detalles lo vamos aderezar con un poco de sufrimiento de padres al informarse de la existencia en el pasado curso de grietas en su estructura, un acceso en la parte trasera sembrado de botellas rotas con abundante número de profilácticos usados, al menos tranquiliza que mientras se hace el amor no se hace la guerra, y por supuesto le ponemos una ausencia de climatización en las aulas (este detalle me hace rilar de risa ya que los padres e hijos incumplen todo tipo de recomendaciones de las autoridades sanitarias para evitar los golpes de calor cuando el termómetro se pone que burbujea).  En este escenario es donde tenemos que cultivar las generaciones futuras, eso en cuanto al entorno físico, de los planes de educación hay para escribir mucho más.
 Pero mucho me temo que el fondo de la cuestión para que la educación  no sea lo que tiene que ser, puede estar en el interés del sistema y sus acomodados dirigentes para producir individuos con poca capacidad de raciocino y perfectamente aborregados (aquí no puedo evitar hacer una mención a Belén Esteban, ilustre analista de la más rabiosa actualidad y que podemos poner de referencia para que veamos cómo está el patio), es decir, honorables ciudadanos que crean a pies juntillas lo que les digan los poderes establecidos y no se rebelen ante nada.  En definitiva, no hay más cera de la que arde, el curso próximo (si continuo por aquí) lo tengo fácil, será mover el ratón, copiar y pegar. La vida seguirá igual.
Sit tibi terra levis.

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