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5 de octubre de 2015

TIEMPO AL TIEMPO

¿Quién inventó el tiempo? ¿Existió siempre o sólo desde que el hombre es hombre?¿Lo inventó Dios? No, no estoy bajo el efecto de ningún alucinógeno, lo que pasa es que he leído en la prensa una noticia y me han asaltado las dudas: el Papa Francisco ha enviado una misiva que explica que, durante el Año Jubilar, los sacerdotes podrán absolver el pecado del aborto. 

La noticia en principio es positiva, un paso adelante de la multinacional de la Fe. Mejor la misericordia divina que utilizar los púlpitos para estigmatizar a mujeres que piensan y actúan de forma distinta a los designios del clero. Pero dejando de lado a defensores y detractores del aborto, la duda me asalta en lo referente a la temporalidad del asunto. La noticia da a entender que todo se trata de un paréntesis, que una vez pasado ese intervalo, las mujeres que aborten quedarán de nuevo condenadas toda la eternidad a las calores del infierno. Quizá el tiempo es importante, tanto, que hasta el Todopoderoso considere que un año es un lapso suficiente para que los ovejas descarriadas reconduzcan su camino. O simplemente se trata de algo circunstancial, que son sus representantes en el planeta los que han acotado el tiempo: han puesto un año lo mismo que podían poner los días impares.

En ambos casos, el hecho de que se trate de una fecha exacta para obtener el perdón, hace que se puedan producir situaciones cuanto menos curiosas. Se pueden dar casos en los que las interesadas en recibir la misericordia divina pasen un periodo de sinvivir hasta que llegue la deseada fecha. Ansiedad y nerviosismo se harían protagonistas de las vidas de no pocas pecadoras. Por otro lado, tenemos la situación contraria. No serán pocas las mujeres que sabiendo que disponen de todo el año, pues vayan dejando pasar los días en el calendario, y claro, después pasa lo que pasa. Van el último día, a la última hora, que si un atasco por aquí o un retraso en el metro por allá, y ¡zas! Llegan cinco minutos después de cerrarse el plazo y se ven condenadas a las penurias del infierno sin remedio. No estaría de más crear algún tipo de documento o instancia donde los casos excepcionales pudieran ser estudiados fuera de plazo. Con ello se podría evitar que autenticas arrepentidas y merecedoras de una eternidad sentadas a la derecha el Padre, pudieran sufrir tan infinito periodo junto al innombrable. 

Quizá el hecho de tan magnánima y excepcional medida provoque que, pasado ese periodo, desde los púlpitos se mire y se trate mejor a tantas mujeres que han pasado, pasan y pasarán por el aborto. Aunque, seamos conscientes que esta situación en principio parece harto difícil, tiempo al tiempo.¡Con la Iglesia hemos topado!


Sit tibi terra levis.

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