El otro día, cuando apareció mi hijo a la salida del colegio, cargado como una mula, y sorteando las escaleras cual peligrosa montaña, se me vinieron en seguida a la mente las películas de Tarzán. En aquellas películas en blanco y negro de las que tanto disfrutábamos en la infancia, aparecía con frecuencia una expedición cruzando el Kilimanjaro, momento este en que algún sufrido porteador se despeñaba por el desfiladero. A la imagen de mi hijo, cual porteador de senda de elefantes, le hubiera amenizado con perfección el inimitable grito de Tarzán.
Pasados unos días vi en la tele a un niño africano cargado con un haz de leña, al que poco tiempo después acompañaba otro crío llevando un pesado recipiente para transportar el agua, los dos andaban durante unos cuantos kilómetros. Imagino que si esos niños pudieran ver que los niños de occidente, con todas sus riquezas y adelantos, siguen - salvando las distancias- con la espalda destrozada, los tomarían por tontos del haba.
Resulta lamentable ver a nuestros escolares con mochilas que pesan como el plomo, y esto no es más que un despropósito más de los que se producen en nuestro sistema educativo. Imaginemos que usted o yo debemos acudir cada día a nuestros respectivos centros de trabajo con un peso añadido en la espalda, concretamente, alrededor de un tercio de nuestro peso. Por ejemplo, si la señora Celia Villalobos pesase setenta y cinco kilos, pues se le retira el Ipad y se le ponen veinticinco kilos en papel para ir al Congreso de los Diputados. Lo podríamos aplicar en la misma proporción al Ministro y a los variopintos dirigentes de las Consejerías de Educación de nuestro fantástico imperio, y a ver qué pasa.
Lo lógico en este asunto sea pensar que, en cuanto a nuestra alta alcurnia educativa les llegue al oído la tortura a la que la población infantil somete a la espalda, se pongan manos a la obra para solucionar el problema. Aunque por otro lado, pienso que el asunto también tiene su complejidad, ya saben: que si las competencias no son del Estado y por tanto las Comunidades Autónomas deben de tomar medidas, o que eso ya es un tema sanitario, o no se qué milongas en vinagre. Y eso sin pensar en que la mayoría de las mentes pensantes estarán dedicadas a desarrollar los contenidos de los libros de textos, esos que no muestran el más mínimo pudor cuando reinventan la historia, en vez poner pies en pared ante la actual situación. O lo que es lo mismo, mucho me temo que tendremos que seguir soportando un sistema educativo pesado, muy pesado, que nos arrojan hacia un futuro lleno de curvas y de dolor… como una prominente y patológica escoliosis.
Sit tibi terra levis
La necesidad de reforma del sistema educativo muestra bien a las claras la necesidad de una segunda transición en nuestro país. Un sistema opresivo, sectario que culpa a niños y padres de su mala calidad.
ResponderEliminarNo existe un verdadero interés por tener una educación de calidad. Sólo buscan el adoctrinamiento.
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